La
Consellera de Sanidad de Cataluña ha demostrado que se podía empeorar la
gestión de aquel Toni Comín que incomprensiblemente –incluso para los
suyos-- estuvo al frente de ese
Departamento. Se llama Alba
Vergés: economista e ingeniera técnica en informática de gestión, aunque
fuera de estas disciplinas es una atolondrada analfabeta. Independentista
adscrita al sector llamado pragmático, aunque en el caso de esta señora llamarla
de esa manera podría ser una obra de caridad. Pues bien, comoquiera que aquel
Comín dejó muy alto el listón de las estupideces, la Vergés recoge,
autodesafiada, el guante y declara que el brote del coronavirus en Cataluña «es
especial al del resto del país». Es decir, existe un bicho vírico
específicamente catalán con su sueño soberanista que pugna por separarse del
bicho global. Quede claro: Comín queda sobrepasado y, con aproximada seguridad,
es el primero en lamentarlo.
Ahora
bien, algo se nos antoja que las declaraciones de Vergés son un intento de
acoplarse a las orientaciones de Pablo Casado que se lamenta de que Pedro
Sánchez «se está parapetando en la ciencia». Pablo Casado, del que
sabemos que tuvo una magnífica relación con los libros intonsos.
El
independentismo no tiene suficiente con su mitología medieval. Ahora propone
una especie de puesta al día: hasta los virus pueden ser específica, gloriosa y
tenazmente soberanistas. También a ellos se les niega el derecho a decidir. La
ciencia -–siguiendo la doctrina de Casado— sólo es la criada de la política.
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