Vamos
a hablar hoy de la derecha vaciada. O, tanto da, de la derecha vacía. Que no es
otra cosa que la constatación de la inexistencia hoy en España de una derecha ilustrada.
Ciudadanos pudo
serlo, pero la inmadurez política y el engreimiento de su líder, Albert Rivera, --más el
estilo funcionarial de su grupo dirigente--
llevaron al partido a una radicalización impostada y a una política de
alianzas aceleradamente derechista. Ello llevó a Ciudadanos al fondo del
barranco. El partido es ahora un minifundio. Lo que pudo ser un partido de la
derecha democrática –y no instrumentalmente democrático como hoy lo es el Partido Popular— fue tantas
veces a la fuente con la ultraderecha que finalmente se quebró: un paso más en
la derecha vaciada.
Ciudadanos
está discutiendo su futuro. Arrimadas tiene ahora la oportunidad de demostrar
que no es un espejismo, una hijuela de Rivera, el rostro amable de aquella
hecatombe electoral. Y el desafío de conseguir credibilidad tanto personal como
para su partido. Por ejemplo, cuando la madrileña Begoña Villacís declara bombásticamente que «el veto parental no se implantará en Madrid» tocamos madera porque cosas similares
dijeron en Andalucía, Madrid y Murcia y
al final acabaron bajando la cerviz ante el caballo blanco de Santiago (el de Vox). Oportunidad
y desafío de ser la derecha democrática. Si se mantiene en el riverismo se irá a una derecha completamente
vaciada, poblada por los ultras de secano y orinal.
Ciudadanos
prepara su congreso. Un elemento aparece como novedad en sus documentos
preparatorios: se levanta el veto al PSOE, aquel veto que infantilmente puso en
marcha Rivera y siguió perinde ac cadáver
Arrimadas. Naturalmente para poner contrapeso a ello escriben la vulgaridad de
«estaremos contra los populismos de derecha y de izquierda». Que en este caso
puede interpretarse así: «Al subir la barca / me dijo el barquero / las niñas
bonitas / no pagan dinero».
Con
todo, no parece que Ciudadanos rompa la anomalía española de la derecha vacía.
La cosa viene de muy atrás. Mi padre no encontraba explicación a que en España
la derecha nunca hubiera tenido políticos del fuste de Churchill, De Gaulle,
Adenauer, Alcide De Gasperi. Aquel bribón de Andreotti diría que «manca finezza».
No, lo que siempre faltó a la derecha española fue inteligencia. Sus dirigentes
sólo se desenvolvieron bien en el campanario, en el campamento y en el sagrario.
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