El
parte meteorológico—político parece que ha cambiado. El reciente congreso de
Esquerra Republicana de Catalunya ha cambiado las previsiones. Con todo, seguiremos siendo cautelosos y sólo
diremos ´trigo´ cuando esté en el saco y bien cordado. Pero no podemos restarle
importancia e interés al movimiento congresual: ve «viable» que la investidura
de Pedro Sánchez pueda ser el día 5 de Enero. Es la festividad de sus
Majestades Melchor, Gaspar y Baltasar.
Aclaremos
que la Docta define viable así: «que, por sus circunstancias, tiene
probabilidades de poderse llevar a cabo». En concreto, se nos está alertando a
ser precavidos. Ahora bien, en el fragor del congreso no parece posible que el
dirigente que habló así tuviera en la cabeza los primores terminológicos de lo viable. Lo que nos lleva a interpretar,
prima facie, que ERC está dispuesta, mediante su abstención, a facilitar la investidura.
El congreso ha
tenido dos novedades que representan una cierta discontinuidad en la biografía
del partido republicano. 1) ha sido un congreso tranquilo, sin sobresaltos. Lo
que contrasta con el vértigo de estos tiempos políticos; 2) en el capítulo de
los Estatutos se ha sancionado una mayor duración de los mandatos de los
dirigentes. Son dos novedades que podrían significar un aviso a sus íntimos
adversarios –los post post post convergentes—,
algo así como aquí estamos con los brazos en jarras para llevar a la
práctica lo que, de momento, nos deparan las encuestas: la victoria electoral.
En resumidas cuentas, un congreso que a las derechas carpetovetónicas les ha
sentado como un rayo, y provocado ataques de alferecía a Waterloo. Por lo que
me arriesgo al siguiente pronóstico: las franquicias de Waterloo, de manera
autónoma o inducidas, entrarán en una nueva fase de bronca contra los de
Junqueras. Su lema será el legendario «Roma no paga traidores».
Ojalá haya
investidura. Y ojalá acertemos Javier Tébar y un servidor
cuando escribimos recientemente: «Hoy la clave es una reforma fuerte, encontrar un espacio de negociación de
la política con el mundo social y del trabajo, con sus actores, y el apoyo a la
investidura de un gobierno progresista, con su deseable pacto de legislatura.
De lo contrario, no cabe descartar que el espíritu de nuestro tiempo (Zeitgeist)
constituya un retorno a los fantasmas del ruido judicial, imitando y dando
continuidad a las secuelas de un ochentero Poltergeist.» Concretamente en http://lopezbulla.blogspot.com/2019/12/traicion-como-traduccion.html
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