sábado, 9 de noviembre de 2019

Reflexiones, hoy, con ton y son





1.---  Pecaron de ingenuos quienes aseguraron que la ultraderecha se amansaría si lograba entrar en las instituciones. Aquellas almas de cántaro, politólogos de mostrador, afirmaron que los Apostólicos –los hijos de san Luis con aquel Angulema al frente--  entrarían en las razones que confiere la respetabilidad institucional. No solamente no ha sido así, sino que, además, están marcando la tonalidad y el diapasón del resto de las derechas. Hemos visto que Casado y Rivera han bailado al compás de la danza macabra de los ultras.

2.--- Siempre me ha llamado la atención la manía de casi todos los oradores políticos que, en sus discursos, llaman al electorado de otros partidos para que orienten sus votos hacia el del que predica. Sorpresa mayor todavía cuando el hablanchín no se refiere a quienes se abstienen, que siempre fueron un montón. En ese estilo (estilo viene de estilete) se formaron los oradores de los partidos tradicionales. También quienes presumen de ser de las nuevas cosechas usan y abusan de tan chotuna técnica. La nueva política siempre tuvo una experiencia de vida demasiado corta.

3.---  Mañana, antes de que cierre el día, sabremos si los coros que vamos a cantar en los próximos años serán los de Nabucco o los de Ernani. Ambos del maestro Verdi. (Mi padre le llamaba así, maestro Verdi, como si fuera de Santa Fe, capital de la Vega de Granada). Mala señal si es el Va pensiero; si se salvan los muebles entonaremos Si ridesti il león de Castiglia.  No hay trazas de que podamos cantar los coros de Aída.



4.---  Dionisio era un vivales.  Tomó dos esposas, Dóride de Lócride y Aristómaca, la hija de Hiparino. Se acostaba con ellas por turnos. La primera le seguía cuando estaba de campaña y la segunda lo recibía a su regreso. Es lo que nos cuenta Claudio Eliano (170 – 235) en sus Historias curiosas. Queda sin aclarar si la «campaña» era electoral o militar.

5.--- Oigan, entre votar y el maestro armero no hay color. Voten y háganlo por su bien. Ya saben, el maestro armero pasó a la historia junto al buen cubero, el zapatero remendón y el afilador. 

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