Albert Rivera actúa
por encima de sus posibilidades. Que siempre le fueron exageradamente atribuidas en sus
repentinos meandros políticos. Albert Rivera o el constante viaje del coro al
caño y del caño al coro. El itinerario pertinazmente escorado a estribor desde
la primera brillantina hasta la penúltima caspa. Albert Rivera que fue publicitariamente
socialdemócrata hasta situarse de manera beligerante en la España de sol y
moscas. No busquen ideología en su zurrón, es puro cálculo de mercado
electoral. Que, durante un tiempo, le fue rentable dada la poquedad política de
la derecha de toda la vida. Ahora Rivera vive sin vivir en él, el mercado
electoral le da la espalda: la derecha española o es de aguardiente cazalla o
no lo es.
Albert
Rivera tiene el viento de proa. Corre el peligro de volver a la desnudez de sus
primeros pasos. Nervios y pánico a granel. Las campanas le doblan a
mortichuelo. Necesita un algo para que su facundia se mueva cual engañabobos
diplomado. Coge la probeta: una pizca de calisay, cuarto y mitad de anacolutos,
se agita y ¡zas! moción de censura en el Parlament de Catalunya. Es decir, el
experimento que no hicieron durante años, siendo la primera fuerza en la Cámara
catalana. Nunca presentaron una moción de censura porque –siempre lo
dijeron-- «no salían los números». Que
es un argumento rotundo y suficiente.
Ahora
tampoco salen las cuentas. Sin embargo, el facundo Rivera ordena la moción de
censura ahora. Ahora, en tiempos de su parábola decadente y en puertas de
elecciones. Hablando claro: no es un error, sino una opción política que, como
tal, debe ser tratada. Es irrelevante que sea electoralista u oportunista. Pero
sí es significativo considerar que dicha opción es perfectamente inútil. Sépase
que en política lo que es intencionadamente ineficaz es fuego fatuo. O pura
farfolla. Que es lo peor que le puede pasar a esta moción de censura. Que no
fortalece, ni debilita al vicario de Waterloo, sino que le entra por un oído y le sale por el otro. Con este vodevil, Ciudadanos ha querido
disparar, especialmente, contra los socialistas. Hubo momentos en que la
tonalidad más agresiva de su
verbosidad iba más dirigida a Iceta que a los aparentemente censurados.
Ahora
bien, no todo son desgracias para los de Rivera: Ciudadanos ha conseguido ir en
coalición a las próximas elecciones con UPyD, que deja temporalmente su condición de pecio para
aparentar que flota en la superficie. Ya saben ustedes, el partido de la, en otros tiempos famosa Rosa Díez, ahora en las
mesnadas de la derecha de toda la vida. Digamos que son las viruelas de la
vejez.
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