Ayer
hablábamos de ese tipo de dirigentes políticos que hacen virtud de su
abstención a la hora de dirigir. Podríamos denominarlos estetas de la política.
Hoy volvemos a la carga con un ejemplo realmente sorprendente: el Labour Party,
que dirige –es una forma de hablar-- Jeremy Corbyn.
Recuerdo
que algunos saludamos, esperanzados, la novedad que representaba Corbyn cuando
fue elegido primer dirigente del Partido Laborista. Estábamos hasta el
colodrillo de políticos como Tony Blair y su extraña
familia. De aquel Blair a quien un sarcástico Vázquez
Montalbán llamó «Thatcher con rostro humano». Corbyn venía con la
aureola de ser un viejo cascarrabias que incordiaba con su radicalidad a la creme del Labour. Corbyn era la flor y
la nata del ala izquierdista del partido. Pero, poco a poco, se esforzó en
demostrarnos que sólo era un vejete entrañable, fiel a las tradiciones del
laborismo inglés que en ocasiones recuerdan las virtudes de un personaje
estelar de la iconografía española: La Tarara, la de la copla.
Otro
esteta chocante este Corbyn. Insiste en que el Labour debe ser neutral ante la
salida del Reino Unido de la Unión Europea. El Brexit es para don Jeremy y el
grupo dirigente del partido algo que sólo merece una posición de neutralidad.
Ni con él ni contra él. Lo que no debe entenderse como indecisión, sino como
postura política militante. Un planteamiento gaseoso. Digamos las cosas sin
tapujos: salvando las diferencias, que son muchas, entre el atolondrado Boris Johnson y el
pusilánime Corbyn, ambos son en parte una muestra de la decadencia política de
Inglaterra.
Según
parece las disensiones en el Labour aumentan. Lo que ha llevado a un sector de
los sindicatos (la confederación Unite) a llamar al orden de la ortodoxia.
«Todos debemos seguir el mismo guión», exige su líder, Len McCluskey. Un sindicato en la inopia, que
–frente al Brexit-- se encoge de
hombros. Seguramente en la iglesia anglicana también se dice aquello de «Dios
los cría y ellos se juntan».
Cuestión
bizantinamente metafísica: ¿ser de chichinabo conduce naturaliter a la inopia o sólo cuando se está en la inopia se es de
chichinabo? O, lo que es lo mismo: ¿qué fue primero el huevo o la gallina? Estos graves asuntos son los que motivan la
preocupación del joven con chaqueta que está en el centro del retrato.
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