A
más golfería se tiene más posibilidades de llegar a ser una autoridad en el
Partido Popular. Esta ley empieza a tener cierta consistencia tras la
designación del Magistrado Enrique López como
Consejero de Justicia, Interior y Víctimas del Terrorismo de la Comunidad de
Madrid. Todo un ministro trinitario.
Lo
de menos de este caballero es su ideología ultramontana. Lo fundamental es que
es un golfo convicto y confeso. En 2014 fue imputado por saltarse un semáforo
en rojo por el Paseo de la Castellana; este López conducía su moto, iba sin
caso y con el cerebro en poder de las uvas, cuadriplicando la tasa de
alcoholemia. Whisky a discreción, y de no de baratillo. Pelillos a la mar. Sólo
se castiga a quienes son unos mandanguillas y beben de garrafón. López, insigne
y distinguido borracho, ha conquistado los cielos de Madrid.
Me
imagino a sir Winston Churchill, borracho sólo en la intimidad, alarmado porque
los conservadores madrileños han cuadriculado el círculo: a más golfo se es
más potencialmente candidato a dirigir
Interior y Justicia. Y, tal vez, sorprendido porque Ciudadanos intenta reformar
la calidad de los aspirantes a altos cargos: hay que pasar del consumo del rudo
güisqui hispano a las grandes marcas escocesas.
El Dyc, según los de Rivera, es una ordinariez; las borracheras han de
ser, como mínimo, de Macallan. Es la vía etílica de la regeneración de la
política. A los abstemios sólo les queda la Orden Franciscana.
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