viernes, 19 de julio de 2019

El gesto que debería hacer Pablo Iglesias, el Joven


Comillos retorcíos en La Rioja. Una niña  bitonga impide con su voto la formación de un gobierno de izquierdas en la Comunidad. La joven diputada ha tenido sus minutos de dudosa gloria. ¿Va por libre? En todo caso sabemos que una parte importante de Podemos—Rioja la ha desautorizado. Y también sabemos que Izquierda Unida ha censurado  la decisión de esta doña. En todo caso malas lenguas, pero no desinformadas, indican que la joven diputada riojana ha actuado como la obediente terminal del grupo dirigente de Podemos. Ella, pasada la gloria mundana de su decisión, no será recordada. Será Pablo Iglesias el Joven quien apechugará con las consecuencias. Iglesias, que corre el riesgo de llevar a su organización a un descalabro y dejarla en la irrelevancia política. Más todavía, que puede tener el dudoso honor de demediar con su inverecundia a toda la izquierda.

Recomendamos a Iglesias que estudie el gesto político de Manuel Valls y sus consecuencias en Barcelona. De un lado, su gesto se traduce en impedir que el independentismo se haga con el bastón de mando del ayuntamiento barcelonés; de otro lado, su decisión hace que Colau se haga con la alcaldía.   Ha sido uno de los gestos políticos más audaces  importantes de los últimos años. Iglesias puede superarlo.

Iglesias aceptar la última oferta de Pedro Sánchez: la incorporación de dos personalidades de Podemos  en el futuro gobierno. (Una oferta que  no figuraba en la consulta interna de Podemos). Puede –y, sobre todo, debe--  aceptarla para impedir una nueva convocatoria de elecciones. Los riesgos de dicha convocatoria (también para Podemos, que lleva tiempo con su parábola descendente) deberían ser un toque de atención para que Iglesias dé su brazo a torcer.

Me dirán ustedes que cómo quedaría el honor personal de Pablo Iglesias aceptando que no se le admite en el gobierno. El honor personal quedaría en todo lo alto si dadas las circunstancias apoyara la investidura. Ese gesto de consecuencias colectivas sería la honrosa actitud de Pablo Iglesias.  Que además le sería más beneficioso que pasarse la vida recitando el «¡Ay de mi Alhama!».



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