Con
el paso del tiempo Ciudadanos
se ha convertido en el gran camelo de la política española. Su primer espada, Albert Rivera, ha pasado de
ser una persona madura a «un adolescente caprichoso», según ha afirmado
Francesc de Carreras, principal ideólogo del grupo fundacional del partido y
mentor del primer Rivera. No sería descabellado que lo uno (el camelo) y lo
otro (adolescente caprichoso) formasen un todo inseparable.
Cs
apareció en tromba, como las viejas tabernas en Santa
Fe, capital de la Vega de Granada. Cuando aparecía un bar nuevo durante
unos días estaba atestado de gente. Curiosos que iban a ver la calidad del
morapio y de las tapas. Pasados esos días los parroquianos abandonaban la nueva
taberna y volvían a los grandes bares santaferinos «de toda la vida».
Retornaban al Bar Chiquilín, La Gloria y el Bar Rosas, calidad garantizada. Cs va camino de ello.
Ciudadanos
nace con la propuesta de un barniz socialdemócrata, aunque siempre fue
trabajoso encontrarlo. Era solo una peca. Más tarde renace y afirma que su
genoma es liberal. Progresivamente el partido fue dejando el plumaje de la
nueva política para actuar de manera tan senil como cualquier otro partido del
teatro nacional. Las confusas señas de identidad fueron desapareciendo, tales
como la regeneración, la reforma de la política y otras
chucherías del espíritu. Y, a la par de ese abandono, Ciudadanos se hizo cada vez
más inútil. Por ejemplo, en el año 2017 los de Rivera ganan las elecciones en
Cataluña con un sorprendente e inédito resultado. Ciudadanos empieza a
convertirse en el «gran camelo», porque no
supo qué hacer con tales resultados. Su joven estrella, Inés Arrimadas, es un espejismo: torpeza
a granel.
Hubo
comentaristas que, en su día, hablaron del fin del bipartidismo, y añadieron
que las fuerzas emergentes que lo habían roto –entre ellas Ciudadanos—eran las
exponentes de la nueva política. De donde intentaron hacernos creer que el fin
del bipartidismo sería protagonizado por la nueva política.
No
es el caso de los de Rivera. Giro a la derecha. Competición con el Partido Popular a ver quién le da al
timón más grados a estribor. Amores a hurtadillas con Vox. Es el gran camelo. Como aquella taberna
santaferina, que era un auténtico camelo.
O si lo preferís, «Rivera es ya la ultraderecha con desodorante», según
un inspiradísimo Paco Rodríguez de Lecea, Rector
Magnífico de la Universidad de Parapanda.
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