Escribe, el dómine Cobra
Las
encuestas se suceden y, hasta la presente, siguen dando el primer puesto a los
socialistas. Las encuestas insisten en la derrota del dúo Casado – Rivera. Ojo, solamente son encuestas. El
pescado (sardinas, japutas, caballas y demás) estará vendido la noche del 28 de
este mes. 28 de abril, festividad de San Prudencio
de Tarazona.
Las
encuestas, digo, se suceden. Casado y Rivera no levantan cabeza. La técnica del
insulto y, sobre todo, su insistencia en sobar la cosa catalana no está dando el resultado que esperaban. Es posible
que, a estas alturas, el electorado esté
hasta la cruz de los calzones de tanto manoseo. O que el uso esperpéntico del
patriotismo no sea tan fecundo como lo esperaban. La España metafísica y los
españoles angustiados por su indefinición podrían ser menos significativos de
lo previsto. De los españoles de esa guisa habló en tiempos antiguos don Antonio Cánovas del Castillo.
Un político brillante, de esa derecha que no tenía faltas de ortografía. Don
Antonio tenía una lengua afilada, cáustica.
En
cierta ocasión le preguntaron a don Antonio: «Oiga, qué son los españoles». Su
respuesta indicaría que entre sus antepasados había granadinos: «Los españoles
somos los que no podemos ser otra cosa». Me imagino qué le dirían a Pablo Iglesias el Joven si dijera algo similar. Sobre
él caería la maldición de las derechas campeadoras. Son las derechas cuya
antropología intenta derrotar a la política. Por lo menos desde la batalla de
Guadalete.
De
tan memorable batalla arranca la achicoria del patriotismo español. El rey Rodrigo violó a la joven
Florinda, llamada la Cava. El padre de la bella,
gobernador cristiano de Ceuta, se vengó: dejó pasar la morisma que invadió la
península. Las tropas sarracenas hicieron añicos a las visigóticas. De la
pérdida de Hispania se culparon los unos a los otros respectivamente. Y así dejó
constancia de ello el romance patriótico: «Si dicen de los dos / la mayor culpa
ha tenido, / digan los hombres la Cava, y las mujeres Rodrigo».
Lo que se informa a los contendientes de los
próximos debates. La cosa viene de atrás: O Rodrigo o la Cava. Tertium non datur.
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