1.--
Ayer fueron conducidos los políticos presos a Madrid a la espera del juicio que
está a la vuelta de la esquina. Como ya se había anunciado hubo las
consiguientes manifestaciones de protesta. Con intentos, más o menos
conseguidos, de cortes de carreteras, y una concentración en Barcelona ante la
delegación de la sede de la Unión Europea. Esta acción es la que nos proponemos
comentar.
Aproximadamente
unas mil personas. Sus representantes quieren entregar un documento en protesta
por el juicio y con la idea de que la Unión Europea lo desautorice. Los
manifestantes cumplen su cometido, según la especialidad de cada grupo
convocante: veintiún miembros de la Assemblea Nacional Catalana asaltan la sede y colocan un
crespón negro en la bandera de la Unión; simultáneamente centenares de personas
de los Comités de defensa de
la república tiran huevos y pintarrajean las paredes. En concreto, se
plantea una movilización para que la Unión les dé la razón, pero mientras tanto
se la insulta y vejan sus símbolos. Más todavía, hemos visto por televisión
hasta qué punto se gritaba ruidosamente los «muera» a la Unión. No es la
primera vez. Es chocante pedir la mediación de las autoridades, pero de entrada
me cago en sus muertos.
Las
reflexiones que siguen no pretenden corregir esas curiosas formas de lucha;
son, en todo caso, pretextos para los movimientos sociales.
2.-- Si quieres que respeten tus símbolos, empieza
respetando a los de los demás. Y, sobre todo, no hagas escarnio. O sea, no
hagas como los manifestantes barceloneses de ayer por la tarde. Y, a partir de
este postulado, seguimos con nuestras sugerencias elementales.
Las
formas de lucha deben establecer un vínculo virtuoso con los objetivos que, en
un momento dado, se persiguen. Por ejemplo, matar moscas a cañonazos parece
estrafalario. Sugerencia, se debe aprender de lo inútil de la acción de estos
manifestantes. Más que inútil es contraproducente.
Item
más: toda forma de lucha debe propiciar la búsqueda de alianzas en apoyo de tus
objetivos. Alianzas de simpatía. Relaciones que provoquen la menor antipatía.
En todo ello, debe primar la cabeza, nunca los movimientos peristálticos de las
tripas.
3.-- Son consejos que no sirven a los
manifestantes barceloneses de ayer. Porque una quimera no se corresponde con
planteamientos racionales cuando casi todo ha fracasado. Pero, en cambio,
pueden servir a quienes la cabeza les vale para algo útil.
Punto
final. Es preocupante que en Cataluña vaya cuajando un sentimiento resentido
contra Europa. La cosa viene alentada, además, desde el casón del retiro de
Waterloo. Sus guiños a Putin –y ciertas
amistades peligrosas-- empiezan a ser
preocupantes.
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