1.-- Las autoridades europeas no han autorizado la
conferencia que Puigdemont
y Torra iban a
impartir próximamente en la sede del Parlamento europeo. La reacción del hombre
de Waterloo ha sido airada. Vamos, que no lo entiende. Sus parciales tampoco
comprenden la decisión europea o aparentan no entenderla.
Veamos,
el movimiento independentista, azuzado por Puigdemunt y sus atalajes organizan una
zahúrda en la Delegación de la Unión Europea en Barcelona, un grupo de ellos
ocupa la sede, otros pintarrajean la fachada y el resto tira huevos a la
fachada de la casa con la eficacia de una máquina quitanieves. Como podrá
verse, se trata de un exquisito comportamiento y un civismo primoroso del que
se felicitan los organizadores. Un vínculo virtuoso entre quienes exigen que
las autoridades de la Unión sean los mediadores entre Catuluña y el gobierno español. Primera consideración,
aproximadamente definitiva: a quien le pidas lo que sea respeta, por lo menos,
los vidrios de su puerta. En caso contrario te arriesgas a un sonoro portazo y
sólo te queda recurrir al maestro armero.
2.-- Tengo para mí que todavía no se ha estudiado
el comportamiento infantil de la dirección del independentismo. Es como si
todavía no le hubiera nacido la muela del juicio. Hay quien dice que hasta que
no sale dicha muela hay una incapacidad para entender que cualquier decisión
siempre comporta unas determinadas consecuencias. Desde Waterloo no han
descubierto todavía esa relación. Acné juvenil.
En
todo caso, todo indica que no se ha superado el error de bulto de los primeros
andares del procés. Pensaron y
dijeron que a los «cinco minutos» de la proclamación de la república catalana
la Unión Europea les daría el placet. El documentado Raül Romeva lo repitió ad
nauseam. Incluso lo mantuvo después de las repetidas negativas de las
autoridades comunitarias. Sancta
simplicitas! La trola duró lo que
duró: pasaron setenta veces siete minutos y Europa les desautorizaba. Fue
entonces cuando surgió una extraña novedad: amplios sectores del
independentismo empezaron a cogerle tirria a la Unión Europea. Lo curioso del
caso es que, hasta la presente, los hombres de Waterloo siguen sin explicar qué
motiva la explícita desautorización europea. Una de las razones, entiende un
servidor, es que si lo explican se les caen los palos del sombrajo.
3.-- En la ciencia existe un método para avanzar:
el ensayo y el error. La cosa puede funcionar, sin embargo, cuando se reconoce
que existe el error. Si se opta por mantenella
y enmendalla se entra en la entropía.
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