1.--
Susana Diaz debe
hacer un gesto lo suficientemente rotundo para paliar las consecuencias del
desastre electoral que las elecciones andaluzas han supuesto para las
izquierdas, y también para que tales consecuencias sean lo menos terribles para
el proceso electoral que está a la vuelta de la esquina. También debería
hacerlo el tándem Teresa
Rodríguez – Antonio
Maíllo.
Se
precisa un gesto audaz de altos vuelos políticos. No es la hora de la exasperación, ni de una
retórica resistencia. La presidenta en funciones de la Junta de Andalucía
debería propiciar el cambio en su propio partido. Con ella al frente es dudoso
que el PSOE pueda frenar la parábola descendente que se consolida desde 2004. Sin
ella no hay certeza de cambio eficaz y remontada
gradual, pero sí es una hipótesis. Nótese
la diferencia entre certeza e hipótesis. Con la hipótesis hay una posibilidad,
aunque lejana. Pero posibilidad al fin y al cabo. ¿De qué? De intentar una
combinación de gobierno que no ofrezca protagonismo al Partido Popular, ni a
Vox. De, mientras tanto, discutir a fondo qué proyecto y con qué realista
trayecto se ofrece al pueblo andaluz.
2.-- Entiendo que Pablo Iglesias ha perdido una oportunidad de oro.
Le ha faltado pedagogía, esa pedagogía que brillantemente sugiere en el libro Nudo España en conversación con Enric Juliana. Cuando
han salido a las calles andaluzas miles de estudiantes en protesta por los
resultados de las derechas, incluidas las más extremas, Iglesias tendría que haber alzado la voz y
enseñarles que «eso, antes». Que no vale lo de «a toro pasado todos somos
toreros». Que la movilización se hace antes, antes, antes. Que hay que votar.
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