jueves, 15 de noviembre de 2018

Urkullu versus Puigdemont



Escribe Zalacaín Gainza 


El lehendakari Urkullu le ha dado un soplamocos en dos tiempos a Quim Torra. Lo ha hecho públicamente. Le ha dicho exactamente: abandone usted la vía unilateral y aproveche la ocasión que le brinda el presidente Pedro Sánchez para negociar. Una lección de primero de Maquiavelo. Lo dice quien tuvo que soportar en sus propias carnes los desvaríos de Ibarretexe, del que nunca más se supo.

Primera conclusión provisional: Torra –también el hombre de Waterloo--  no sólo carecen de apoyos en Europa, tampoco cuentan con las simpatías de los nacionalistas vascos, una gente considerada impropiamente tosca, pero que, desde hace tiempo, están impartiendo cátedra de hacer política. Es más, voces amigas me dicen que los peneuvistas están hasta el colodrillo de Puigdemont y sus hologramas. Seguramente el viejo Tarradellas rectificaría su opinión de «no mirarse en el espejo vasco».

Los vascos han hecho un parcial  ajuste de cuentas con su pasado. Un ajuste implícito, desde luego. Las consecuencias están a la vista: Euskadi da gusto verlo y Bilbao está en technicolor. Sin duda hay problemas, pero –como quien dice--  son la mitad de los que existen en Cataluña. Y sobre todo, en Euskadi empiezan a desearse los buenos días y que usted lo pase bien.

Torra ha vuelto a Barcelona, tras su entrevista con el lehendakari, sólo fané y descangayado. Sus deposiciones políticas no encuentran eco en Ajuria Enea. Segunda conclusión provisional: el PNV es un partido, lo de Puigdemont es una partida.


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