De
un lado el Informe Foessa, ligado a Caritas; de otro lado, la política cañí que estamos
sufriendo (1). Es un informe que estremece: ocho millones de personas con
enormes limitaciones, de ellas cuatro millones al borde de la exclusión.
Aumenta la brecha de la desigualdad. Se trata de una serie de datos –confío en
que usted los estudiará detenidamente--
que interpelan la política española. Pero ésta no parece darse por
aludida entretenida como está en el ventilador de la inmundicia.
Cierto,
son los estragos de la crisis de 2008. Y también de las pomadas que se pusieron
en marcha para –nos decían con la boca llena--
cambiar el rumbo de las cosas. Es el fracaso, ante todo y sobre todo, de
la reforma laboral, que –lo dijimos con rotundidad-- provocaría más desastres todavía. Este
informe traduce la ineficacia de las instituciones y de la representación
política española. La España cañí que vocifera sin tener como punto de
referencia los problemas que denuncia Foessa.
O
algunos actúan como cirujanos y abren las venas de España o la situación puede
empeorar más todavía. Un empeoramiento que será disfrazado por la mejoría de
algunos sectores sociales.
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