Dentro
de unos días se verán las caras Pedro Sánchez y Quim Torra. Primera
consideración: más vale hablar que tirarse los platos a la cabeza. En realidad
quien sale más beneficiado de este encuentro, con o sin resultados apreciables,
es el presidente del Gobierno. Sánchez representará una discontinuidad con relación
a Mariano Rajoy, príncipe de la rutina política. Torra, a su vez, volverá a
exhibir su más puro continuismo. En todo caso, ese dato –el encuentro-- puede bajar levemente los grados del empantanamiento de la situación.
Lo
que parece cierto es que Torra irá a Madrid en una situación diversa, menos
adversa para él: las recientes enmiendas que se han aceptado para la
Conferencia de Esquerra
Republicana de Catalunya indican que se vuelve por los fueros de la
unilateralidad. Derrota, pues, de los sectores pragmáticos de esta formación
que apostaban por el eufemismo de la multilateralidad, un eufemismo que
indicaba que se abandonaba la declaración unilateral de independencia. Un
triunfo de las bases, mitad monjes,
mitad soldados: mitad junqueristas, mitad torristas. Así pues, Torra irá a
Madrid con las espaldas cubiertas de una Esquerra Republicana que sigue
viviendo sin vivir en ella, según dejó sentado Teresa
de Ávila.
Nunca
creí que Quim Torra le dijera, crípticamente o no, a Pablo Iglesias el Joven
que abandonaba el unilateralismo en la entrevista que ambos celebraron
recientemente en el Palau de la Generalitat. Y si lo dijo mintió
descaradamente. Sorprende, no obstante, el atolondramiento de Iglesias que,
tras dicho encuentro, comunicó la noticia --«es información, no opinión»-- a los cuatro vientos cardinales. Es más, nos
dijo que se lo había comunicado telefónicamente «a Pedro». Horas más tarde, Torra y sus voceros
informaron que de eso nada, o sea, se mantenía la vía unilateral. Una de dos: o
Pablo se ha dejado engañar en su intento de mediación o se ha precipitado sin
querer. Segunda consideración: cada vez que Pablo comunique lo que sea haremos
bien en ponerlo en cuarentena.
La
reunión entre Sánchez y Torra será un perifollo –en todo caso necesario-- como hipótesis de rebajar la tensión.
Hipótesis, hemos dicho. Tras el encuentro seguirá la casquería de la realidad.
En resumidas cuentas, el verano ha venido y todo el mundo sabe cómo ha sido. En
todo caso, la descarga eléctrica de dicha
reunión se verá con menos intensidad porque las navajas de Albacete brillan en
el barranco de las llamadas primarias del Partido Popular.
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