Joaquím González Muntadas
Director Ética Organizaciones SL
Desde hace décadas no faltan leyes,
directivas, decretos y resoluciones que reconocen el derecho de las mujeres a
la igualdad salarial, con la recomendación -e incluso la obligación- de hacer
efectivo el principio de igual salario por trabajo de igual valor,
objetivo que todavía es evidente y pendiente de consecución. El propio Tratado
de Roma en 1957 lo incorporaba como uno de los valores fundamentales de la
Unión Europea. Pero si observamos la realidad, vemos que falta mucho para que
la igualdad de género en el trabajo sea una realidad en España, en Europa, y en
el mundo.
Solo hay que prestar atención a la
crueldad de los datos del Report on Equality Between Women
and Men in the EU de 2017, donde muestra
que las mujeres ganan de media un 40 % menos que los hombres en la UE. En
España la brecha salarial de las mujeres que ocupan la misma función que los
hombres es del 23% como señala la Encuesta Anual de Estructura Salarial
del Instituto Nacional de Estadística.
Son conocidas las razones que provocan estas
diferencias: en general las mujeres tienen contratos de menos horas, a la vez
que trabajan en los sectores peor remunerados, acceden menos a la promoción e
interrumpen sus carreras, pues son mayoritariamente ellas quienes asumen la
mayoría de los trabajos de cuidados no remunerados en la sociedad. Un factor
determinante en el mantenimiento del empleo siguen siendo los hijos, la
"factura de la maternidad” que pagan las trabajadoras, especialmente en el
tramo entre los 26 y los 45. Además la tasa de empleo y el tipo de jornada de
las mujeres va descendiendo según aumenta el número de hijos menores.
Además, es llamativo que mientras el 69%
de los europeos reconocen la existencia de una brecha salarial de género en
toda la economía, la mayoría (51%) de los empleados, en cambio, no creen que
exista esta brecha en su propia empresa, y piensan que los hombres y las
mujeres que trabajan en puestos equivalentes reciben el mismo salario, como resalta el Eurobarómetro 465 del mes de
junio de 2017.
Esta falta de conciencia de la realidad
es también una de las razones que explica la dificultad para que desparezcan,
de una vez, las altas barreras que impiden la plena igualdad de las mujeres
trabajadoras. Por ello, es preciso un serio esfuerzo de acción sindical en los
centros de trabajo para sensibilizar de esta injusticia muchas veces sutilmente
disimulada y conquistar eficaces instrumentos sindicales de control que impidan
la discriminación, promuevan la igualdad y garanticen el necesario “equilibrio
trabajo-vida”.
En España la Ley de Igualdad, hace ahora
11 años, dotó a la negociación colectiva de un protagonismo muy importante. Por
ello, este 8 de Marzo debería ser un buen momento para realizar el balance en
todas las empresas para conocer, valorar y hacer públicos los cambios y avances
concretos, allí donde se han dado, en contratación, formación y promoción de
las mujeres, y dónde se han corregido las diferencias y ha desaparecido la
brecha salarial en la empresa, al tiempo que se prepara la movilización convocada
por CCOO y UGT.
También es una buena ocasión para
corregir aquellas realidades donde el Plan de Igualdad de la empresa no ha sido
más que un trámite burocrático realizado por la dirección de la empresa y, en
tanto que planteado como cumplimiento de un requisito administrativo, no ha
tenido efectos reales a la hora de corregir los déficits de igualdad. Sirva
este 8 de marzo de 2018 para que, junto con la impresionante movilización
social y laboral, que con seguridad se va a producir en todo el mundo y sin
duda en España, marque también un nuevo impulso de la acción sindical para que
la negociación colectiva haga realidad la igualad de hombres y mujeres en la
empresa y la sociedad.
Este 8 de marzo es también un buen
momento para entender que la lucha por los derechos y reivindicaciones de
igualdad es un objetivo de todos, mujeres y hombres, pues la solidaridad con
los discriminados es también un interés de los que aparentemente no lo están,
porque nos hace fuertes a todos y a todas para luchar unitariamente por todas
las reivindicaciones pendientes.
Por esto, los hombres también debemos
gritar con igual fuerza: ¡Viva el 8 de Marzo, día de la Mujer
Trabajadora!.
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