Las dos fuerzas políticas
independentistas siguen caminando al retortero, esto es, dando vueltas de acá
para allá con escaso orden y sin ningún concierto. Ora negociando en Bruselas ora en Barcelona.
No está claro qué apaño alcanzarán para la constitución de la Mesa del
Parlament, una sesión que –¡ay dolor de los dolores!-- ha convocado Mariano Rajoy. Todo está en ebullición, pero es
una ebullición estática: todo parece que se mueve, sin embargo sólo es, de
momento, mera apariencia. El hombre de Bruselas sigue pensando en que la
Generalitat es él y sólo él. Sus socios, y sin embargo adversarios de ERC,
girando alrededor de la noria de Puigdemont.
Las izquierdas, empero, siguen
perplejas. Nos dicen lo que no harán. Y ahí se quedan. Ningún mensaje que parezca
que es una aproximación al embotellamiento del problema. La izquierda
reformista calla y muda se mantiene la izquierda comunera. No es un silencio
prudente, es la consecuencia de la indigestión de los resultados electorales. Por
otra parte, llama la atención que Podemos haya tardado en reunir a su Comisión
ejecutiva. Ayer se vieron las caras por primera vez desde la celebración de las
elecciones autonómicas; al tiempo que
sorprende la ausencia de Pablo Iglesias El Joven en el teatro político;
sólo sus tramoyistas han estado presentes.
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