viernes, 29 de diciembre de 2017

El sindicato que va siendo y el pacto del salario mínimo




Ya hemos valorado el resultado de la negociación del salario mínimo. Lo hemos hecho de manera sobria y, en las argumentaciones de los profesores Baylos y Trillo, de manera pormenorizada. También lo han hecho, de modo rancio, las plumas alquiladas del neoliberalismo, de un lado; y, de otro, ciertos sectores de una izquierda que no se lleva bien consigo misma: la que siempre llora a cántaros. Pues bien, al hilo de lo dicho por los dos sabios castellano-manchegos (Baylos y Trillo, dos juristas prestados al sindicalismo) me pongo a considerar.

El sindicalismo confederal ha quebrado el inmovilismo del Gobierno y la patronal con esta negociación. Aunque todavía sea pronto para saber si tendrá continuidad ese proceso, podemos afirmar que de momento el mencionado acuerdo abre la posibilidad de tejer nuevas prácticas contractuales, de abrir nuevas negociaciones en otros ámbitos, especialmente en el importantísimo asunto de las pensiones.

Ahora lo esencial es capitalizar el resultado del mencionado acuerdo. Lo decimos porque uno de los talones de  Aquiles de nuestra práctica es la menguada valoración de lo que conseguimos con nuestra fuerza. Tenemos una moral excesivamente franciscana, que viene de muy lejos. Que, por otra parte, provoca que cuando los acuerdos son notables sólo sean capitalizados por nuestras contrapartes. Ya el inolvidable sindicalista Paco Puerto --Las Cabezas de San Juan 1947,  Barcelona 1992-- insistía con su potente mensaje de «Siempre a la ofensiva». No era una consigna, sino un alegato estratégico. Paco Puerto era la estampa rediviva de Anselmo Lorenzo. Permítaseme recordar una anécdota que expresa la personalidad de nuestro malogrado Paco. Estábamos reunidos un grupo de trabajo de Comisiones Obreras de Cataluña para hacer la distribución de los espacios de nuestra nueva sede. Interviene Puerto: «Estáis haciendo una discusión administrativista, pensando sólo en el sindicato de ahora mismo. Aquí estaremos el resto de nuestras vidas, de manera que la distribución debería hacerse pensando en el sindicato que va siendo, no en el que es ahora mismo». Chitón y vuelta a empezar la discusión.

Ese siempre a la ofensiva es, posiblemente, lo que ha llevado a la organización extremeña de CC.OO. a realizar una asamblea el 10 de Enero, miércoles, en Mérida. Pedagogía. Sabemos que no será el único acto. Si no me equivoco es el primero que se hace para explicar lo negociado. Pero no será, ni mucho menos, el único.

Ahora bien, es necesario referir lo que nadie ha dicho hasta la presente: los firmantes somos responsables de exigir que se aplique el acuerdo. Y también –oído cocina--  somos responsables de la aplicación de las condiciones de dicho acuerdo. Repito: de las condiciones de dicho acuerdo.

Pues bien, ¿dónde están y cuáles son nuestras responsabilidades? No tengamos reparo en decirlo: el hecho de que en tal acuerdo figure la cautela de la superación del 2,5 por ciento del PIB debería provocar un comportamiento sindical, orientado a establecer los vínculos y compatibilidades entre el conjunto de la negociación colectiva y el  crecimiento de la economía. O lo que es lo mismo: a considerar la cuestión salarial como variable dependiente de la evolución de la economía. En caso contrario nos saldrá el tiro por la culata. 

(Paco Puerto en la foto, uno de los padres de Comisiones Obreras de Cataluña) 





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