Ya hemos valorado el resultado
de la negociación del salario mínimo. Lo hemos hecho de manera sobria y, en las
argumentaciones de los profesores Baylos y Trillo, de manera pormenorizada. También lo han hecho,
de modo rancio, las plumas alquiladas del neoliberalismo, de un lado; y, de
otro, ciertos sectores de una izquierda que no se lleva bien consigo misma: la
que siempre llora a cántaros. Pues bien, al hilo de lo dicho por los dos sabios
castellano-manchegos (Baylos y Trillo, dos juristas prestados al sindicalismo)
me pongo a considerar.
El sindicalismo confederal ha
quebrado el inmovilismo del Gobierno y la patronal con esta negociación. Aunque
todavía sea pronto para saber si tendrá continuidad ese proceso, podemos
afirmar que de momento el mencionado acuerdo abre la posibilidad de tejer
nuevas prácticas contractuales, de abrir nuevas negociaciones en otros ámbitos,
especialmente en el importantísimo asunto de las pensiones.
Ahora lo esencial es capitalizar
el resultado del mencionado acuerdo. Lo decimos porque uno de los talones
de Aquiles de nuestra práctica es la
menguada valoración de lo que conseguimos con nuestra fuerza. Tenemos una moral
excesivamente franciscana, que viene de muy lejos. Que, por otra parte, provoca
que cuando los acuerdos son notables sólo sean capitalizados por nuestras
contrapartes. Ya el inolvidable sindicalista Paco
Puerto --Las Cabezas de San Juan 1947, Barcelona 1992-- insistía con su potente
mensaje de «Siempre a la ofensiva». No era una consigna, sino un alegato
estratégico. Paco Puerto era la estampa rediviva de Anselmo
Lorenzo. Permítaseme recordar una anécdota que expresa la personalidad
de nuestro malogrado Paco. Estábamos reunidos un grupo de trabajo de Comisiones Obreras de Cataluña para hacer la
distribución de los espacios de nuestra nueva sede. Interviene Puerto: «Estáis
haciendo una discusión administrativista, pensando sólo en el sindicato de
ahora mismo. Aquí estaremos el resto de nuestras vidas, de manera que la
distribución debería hacerse pensando en el sindicato que va siendo, no en el
que es ahora mismo». Chitón y vuelta a empezar la discusión.
Ese siempre a la ofensiva es, posiblemente, lo que ha llevado a la
organización extremeña de CC.OO. a realizar una asamblea el 10 de Enero,
miércoles, en Mérida. Pedagogía. Sabemos que no
será el único acto. Si no me equivoco es el primero que se hace para explicar
lo negociado. Pero no será, ni mucho menos, el único.
Ahora bien, es necesario referir
lo que nadie ha dicho hasta la presente: los firmantes somos responsables de exigir
que se aplique el acuerdo. Y también –oído cocina-- somos responsables de la aplicación de las
condiciones de dicho acuerdo. Repito: de las condiciones de dicho acuerdo.
Pues bien, ¿dónde están y cuáles
son nuestras responsabilidades? No tengamos reparo en decirlo: el hecho de que en tal acuerdo figure la
cautela de la superación del 2,5 por ciento del PIB debería provocar un
comportamiento sindical, orientado a establecer los vínculos y compatibilidades
entre el conjunto de la negociación colectiva y el crecimiento de la
economía. O lo que es lo mismo: a considerar la cuestión salarial como variable
dependiente de la evolución de la economía. En caso contrario nos saldrá
el tiro por la culata.
(Paco Puerto en la foto, uno de los padres de Comisiones Obreras de Cataluña)
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