En las próximas elecciones
Cataluña se juega mucho su presente y las indicaciones de dicho presente hacia
el medio plazo. Cuando hablo de Cataluña me refiero a la condición material de
las personas de carne y hueso, también al cuadro institucional en que se va a
desarrollar esa condición material. Ahora bien, en esos comicios se juega
además qué proyección tienen sus
resultados para toda España. Es decir, ¿qué variables introducirán en la
política española los resultados de Ciudadanos con relación al Partido Popular
y cómo influirá en Podemos y sus confluencias el resultado de los Comunes? Por
otra parte, los de Iceta se juegan qué nivel de sosiego tendrá el PSOE a partir
del 21 de diciembre. Las elecciones catalanas no son, pues, moco de pavo.
Las encuestas pronostican que
Ciudadanos oscurecerá al Partido Popular. Será la primera vez que, en los
últimos años Mariano punto
Rajoy verá que alguien se le sube desenfadadamente a los faldones. La
derecha con brillantina arremete con desparpajo contra la de la caspa. Las
altas torres populares ya no están seguras. Yendo al grano: el día 21 también
indicia contra qué derecha nos las tendremos que ver en España. Pero todavía es
pronto porque doña Correlación de Fuerzas tiene razones que el corazón
desconoce.
La inicial ciclogénesis de Pablo
Iglesias pasó de puntillas por Cataluña. No consiguió construir una formación claramente
podemita. Los comunes se resistieron
a ello, aunque adoptaron un libro de estilo cercano a Pablo Iglesias el Joven.
Digo cercano, no igual. Con una sintaxis anfibia que, a fuerza de matices, se
presenta como poco esclarecedora. La pretendida riqueza de sus corrientes
–soberanista, autodeterminista, independentista e incluso españolista-- no ha logrado, al menos todavía, conformar un
humus solido que les indentifique como marca instantánea, aquella que es
reconocible a primera vista. Los resultados de los del profesor Domènech
tendrán, igualmente, un impacto notable en el medio plazo de Podemos. Ya se
verá en qué dirección.
Miquel Iceta se hizo con la dirección de su partido cuando
éste se encontraba hecho unos zorros.
Nadie con entorchados de brigadier le agradeció el gesto. El socialismo meridional
le puso la proa a este señor «bajito, gordito y casi calvito». Iceta, en todo
caso, alegremente impávido. De momento ni siquiera ha pestañeado cuando el
divino Romeva ha
eructado contra los votantes de aquel llamándoles fascistas.
Iceta, maestro en gay saber. Sus
resultados tendrán repercusión en Ferraz. Todo depende de esa anciana dama,
doña Correlación de Fuerzas. Que no es casquivana, sino amoral y que lleva al
retortero al más pintado. Por cierto, siempre pensé que esta señora tendría el
rostro de Hedy Lamarr; otros piensan que es la
cara arisca de Bette Davis.
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