Alea
jacta est! O,
lo que es lo mismo: se acabó el carbón, la suerte está echada. A eso de las
siete de esta tarde sabremos a qué atenernos. Veremos si Puigdemont proclama,
declara o aclara la independencia de
Catauña o sobre Cataluña. Y un minuto
más tarde sabremos qué hará el hombre de Pontevedra. De momento todo son
cábalas y especulaciones en las covachuelas y chiscones de Barcelona y Madrid.
En todo caso, huele a azufre. Y, como decía el filósofo de Parapanda «lo que tenga que sonar, sonará».
Lo que no sabemos es si santa Rita de Casia, abogada de los imposibles, estará
de guardia.
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