«¿Dónde estás, Europa?»,
gritaban miles de manifestantes independentistas a la par que reclamaban la
libertad de Sánchez y Cuixart. En el partido de fútbol entre el Barcelona y el
Olympiakos otros tantos pitaban el himno de la Champion league. Ni la consigna
fue improvisada ni tampoco la pitada. De ello se encarga Mister Twitter y sus
hechuras.
El sector paroxístico del
independentismo reacciona de ese modo a la reiterada negativa de la Unión
Europea de apoyar el procés catalán. Y
el govern no tiene quien le escriba. Ha aparecido, pues, el primer indicio de
anti europeísmo en las filas del independentismo. Que ve, perplejo, que desde
esas instancias nadie les echará un
capote. Ni de seda, ni de percal. Es una reacción chocante que, sin embargo,
todavía no se dirige a pedir explicaciones a la mastodóntica estafa que han
dirigido Puigdemont y
el divino Romeva. Cierto,
no han sido los únicos, pero sí los más significativos.
En el almacén de las consignas
siempre figuró que la Unión Europea estaba con las aspiraciones del «pueblo de
Cataluña», que una vez resuelta la independencia se ingresaba en la Unión en un
abrir y cerrar de ojos. Así hablaban los santos padres de la iglesia
independentista, y así debía ser creído. Roma locuta causa finita. Y, a tenor
del ¿dónde estás, Europa? y la pitada en el estadio, todo indica que
miles de almas de cántaro se creyeron a pies juntillas que lo de Europa era
coser y cantar. Es lo que tiene la granítica fe del carbonero. En todo caso es
realmente sorprendente hasta qué punto una patraña de tanta dimensión ha sido
creída –o ha necesitado ser creída-- por
amplios sectores de la ciudadanía.
Puigdemont y Romeva, llegado un
momento, supieron que la Unión Europea no estaba por esa labor. Y si en algún
periodo lo creyeron la capacidad política de ambos personajes podría ser
bastante precaria. Ahora les será difícil salir del atasco.
Si ese sentimiento anti
europeísta se consolida –peor, si se extiende más-- nos encontraríamos ante un cambio de
metabolismo con relación a Europa. Ese ¿dónde
estás, Europa? se podría ir transformando en una acusación de traición y de
inquina. Sería el resultado de la patraña que, a queriendas y sabiendas, se ha
organizado desde las covachuelas
oficiales de la Generalitat y los chiscones subvencionados.
De la traición a la inquina a
Europa, Y de ahí al aislamiento. La única salida para el independentismo sería,
así las cosas, reanudar las viejas relaciones de algunos de algún que otro
partido político con la Lega
del Nord y los partidos anti europeístas. Con el contagio que ello
supondría.
No quiero ni pensar en los
efectos que ello podría tener en el sindicalismo con el cuestionamiento de la Confederación Europea de Sindicatos. Ojo con
meterse en ese berenjenal: las vegas catalanas se podrían convertir en secanos.
Y no digo más.
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