Reunión de Pedro Sánchez y Pablo
Iglesias el Joven. El encuentro se
celebró en el Congreso de los Diputados este martes pasado. Las declaraciones posteriores de Iglesias y Sánchez,
con tono sosegado y constructivo, avalan que la sentada podría iniciar un
estilo diferente de relaciones entre las dos formaciones de la izquierda. Siempre y cuando no haya quien desde una u otra –o de
ambas— quiera poner palos a las ruedas de la carreta. De momento, Iglesias ha evitado el tonillo
profesoral y Sánchez nada le ha afeado al de Podemos. Que dure.
Todo indica que la reunión ha
servido para poner encima de la mesa una lista de problemas que pueden ser
abordados de manera aproximadamente común por ambas formaciones en la tarea
parlamentaria. Que dure. Vale la pena reseñar que dicho temario se refiere
principalmente a la «cuestión social», considerada con razón lo prioritario en
estos momentos. Es decir, pensiones, salario mínimo, negociación colectiva, lo
que ambos han llamado «el rescate de la juventud» y la reforma del Estatuto de
los Trabajadores. Lo que demuestra la influencia del sindicalismo confederal en
sus reuniones con ambos partidos. Disculpen la aparente vulgaridad: lo primero
son las cosas de comer. Y dicho en culto: primum
vivere.
De momento a las derechas les ha
dado un ataque de alferecía. Arrecian los ataques a Sánchez que es acusado de
podemizarse. Y desde otro ángulo, pronto veremos que se tilde a Iglesias de
blandengue. Podemizarse como fórmula del Partido Popular en un intento de tapar
su latifundio de desvergüenzas. Blandengue como inicio de una ristra de
acusaciones orientadas a mostrar que Iglesias pierde sus señas de
identidad. Entiendo que tanto el
encuentro como el temario podría ser el intento de abrir un itinerario de
nuevas relaciones entre las izquierdas, que Íñigo
Errejón ha denominado acertadamente «la competencia virtuosa». Que dure.
De momento, tomamos nota de lo que podría ser una novedad. Una novedad de la
que debe sacarse provecho. Y aprender de la razón pragmática de las buenas
relaciones de las izquierdas. Pues, es sabido, que el cainismo y,
especialmente, sus diversas exhibiciones han servido (con perdón) para joder la
marrana.
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