1.--
Patxi López ha lamentado que la recogida de avales haya desembocado en
"una guerra" y ha denunciado que otras candidaturas han ido a
"la caza del militante" intentando "armar ejércitos". Muy
gráficas las tres imágenes bélicas: guerra, caza y ejércitos. No sabemos si
exagera, pero es el testimonio de alguien que ha vivido en primera persona los
episodios de la recogida de avales para las elecciones a dirigir el PSOE. Y es
más: López nunca se distinguió por un lenguaje estridente, siempre tuvo fama de
templado. Aclaremos: estas declaraciones se hicieron un día antes del recuento
de los avales.
Diremos,
pues, que todo ese proceso ha sido más bronco que lo aparecido en los medios de
comunicación. Tres conceptos de una extremada dureza que, de ser verdad, indican no sólo la profunda y dramática
división del partido sino la corrosión de las reglas y los códigos
deontológicos. De ahí que, en resumidas cuentas, podemos decir que el resultado
final –esto es, gane quien gane las
primarias— estará contaminado por la «guerra», la «caza» y los «ejércitos». O,
al menos, por la apariencia de ello. En resumidas cuentas, es una división
profunda interna que tiene características territoriales y generacionales.
Tras
el recuento de los avales no parece que remita la pugna. Ahora vienen los
grandes acontecimientos: la segunda parte del proceso, a saber, el itinerario
que conduzca a la elección para elegir al primer espada y, tras ello, la fiesta
mayor del Congreso. Con lo que es previsible que la guerra se recrudezca, el
coto de caza amplíe su perímetro y los ejércitos prosigan la batalla. Lo
ocurrido hasta ahora han sido meros tanteos. Y en tan grande polvareda pierdan
a don Beltrán.
2.-- El PSOE, a mi modo de ver, lleva demasiado tiempo haciendo las
cosas al revés. Poniendo la carreta delante de los bueyes. Primero, el líder;
después, la literatura programática. Atención: literatura programática no
equivale necesariamente a proyecto. Primero, el voluntarismo de que con Fulano
o Zutana se resolverán los problemas; segundo, la literatura programática como
adobo de aparente orientación del líder.
Entiendo,
deslizándome cautelosamente en mis hipótesis, que hay dos causas en la actual situación
del socialismo español: el mar de fondo en el que se desenvuelve la
socialdemocracia europea y la puramente coyuntural. Ambas explicarían la
batahola del PSOE. Ninguna de las dos ha motivado reflexiones solventes de la
nomenklatura socialista ni de Díaz, Sánchez y López. Es más, los reiterados
informes de los llamados «comités de sabios» han entrado a escudriñar sobre
ello. Eran documentos, con desigual acierto, solamente para la gestión
administrativa.
Por
ejemplo, cada derrota electoral fue considerada, en el mejor de los casos, como
un mero incidente del camino. De ahí, que tras cada tropezón, no se hiciera un
reexamen crítico, ni se pusieran en cuestión las formas organizativas. Un
defecto, todo hay que decirlo, que atraviesa la socialdemocracia europea. Así
las cosas, el viejo partido iba languideciendo sin que nadie diera un serio
toque de atención. El viejo partido ni siquiera aprendió de la vieja canción
que declara que «cuando la tarde languidece, renace la sombra».
Digamos,
pues, que el PSOE no atendió algunos avisos que inicialmente fueron mini
discontinuidades: a) el distanciamiento de UGT; b) el éxodo hacia otros mundos
partidarios de sectores urbanos. Y posteriormente la aparición en la escena de
Podemos. ¿Hubo alguien que cavilara y sacara conclusiones sobre ello?
Sobre
la ausencia de proyecto no insistiré en lo dicho en otras ocasiones. No es cosa
de aburrir al lector. Aunque sí es el momento de esbozar, aunque sea
someramente, otra hipótesis. A falta de proyecto, lo que más sorprende es la
ruptura entre política del PSOE y el trabajo. Del trabajo en todas sus
manifestaciones. Me atrevo a decir que la política que propone el PSOE
considera el trabajo sólo como una variable de la economía. A un servidor le
resulta muy difícil pensar en la utilidad de una izquierda que haya difuminado
esa relación entre política y trabajo.
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