sábado, 6 de mayo de 2017

La guerra de los avales

1.-- Patxi López ha lamentado que la recogida de avales haya desembocado en "una guerra" y ha denunciado que otras candidaturas han ido a "la caza del militante" intentando "armar ejércitos". Muy gráficas las tres imágenes bélicas: guerra, caza y ejércitos. No sabemos si exagera, pero es el testimonio de alguien que ha vivido en primera persona los episodios de la recogida de avales para las elecciones a dirigir el PSOE. Y es más: López nunca se distinguió por un lenguaje estridente, siempre tuvo fama de templado. Aclaremos: estas declaraciones se hicieron un día antes del recuento de los avales.

Diremos, pues, que todo ese proceso ha sido más bronco que lo aparecido en los medios de comunicación. Tres conceptos de una extremada dureza que, de ser verdad,  indican no sólo la profunda y dramática división del partido sino la corrosión de las reglas y los códigos deontológicos. De ahí que, en resumidas cuentas, podemos decir que el resultado final  –esto es, gane quien gane las primarias— estará contaminado por la «guerra», la «caza» y los «ejércitos». O, al menos, por la apariencia de ello. En resumidas cuentas, es una división profunda interna que tiene características territoriales y generacionales.

Tras el recuento de los avales no parece que remita la pugna. Ahora vienen los grandes acontecimientos: la segunda parte del proceso, a saber, el itinerario que conduzca a la elección para elegir al primer espada y, tras ello, la fiesta mayor del Congreso. Con lo que es previsible que la guerra se recrudezca, el coto de caza amplíe su perímetro y los ejércitos prosigan la batalla. Lo ocurrido hasta ahora han sido meros tanteos. Y en tan grande polvareda pierdan a don Beltrán.

2.--  El PSOE, a mi modo de  ver, lleva demasiado tiempo haciendo las cosas al revés. Poniendo la carreta delante de los bueyes. Primero, el líder; después, la literatura programática. Atención: literatura programática no equivale necesariamente a proyecto. Primero, el voluntarismo de que con Fulano o Zutana se resolverán los problemas; segundo, la literatura programática como adobo de aparente orientación del líder.

Entiendo, deslizándome cautelosamente en mis hipótesis, que hay dos causas en la actual situación del socialismo español: el mar de fondo en el que se desenvuelve la socialdemocracia europea y la puramente coyuntural. Ambas explicarían la batahola del PSOE. Ninguna de las dos ha motivado reflexiones solventes de la nomenklatura socialista ni de Díaz, Sánchez y López. Es más, los reiterados informes de los llamados «comités de sabios» han entrado a escudriñar sobre ello. Eran documentos, con desigual acierto, solamente para la gestión administrativa.

Por ejemplo, cada derrota electoral fue considerada, en el mejor de los casos, como un mero incidente del camino. De ahí, que tras cada tropezón, no se hiciera un reexamen crítico, ni se pusieran en cuestión las formas organizativas. Un defecto, todo hay que decirlo, que atraviesa la socialdemocracia europea. Así las cosas, el viejo partido iba languideciendo sin que nadie diera un serio toque de atención. El viejo partido ni siquiera aprendió de la vieja canción que declara que «cuando la tarde languidece, renace la sombra».

Digamos, pues, que el PSOE no atendió algunos avisos que inicialmente fueron mini discontinuidades: a) el distanciamiento de UGT; b) el éxodo hacia otros mundos partidarios de sectores urbanos. Y posteriormente la aparición en la escena de Podemos. ¿Hubo alguien que cavilara y sacara conclusiones sobre ello?

Sobre la ausencia de proyecto no insistiré en lo dicho en otras ocasiones. No es cosa de aburrir al lector. Aunque sí es el momento de esbozar, aunque sea someramente, otra hipótesis. A falta de proyecto, lo que más sorprende es la ruptura entre política del PSOE y el trabajo. Del trabajo en todas sus manifestaciones. Me atrevo a decir que la política que propone el PSOE considera el trabajo sólo como una variable de la economía. A un servidor le resulta muy difícil pensar en la utilidad de una izquierda que haya difuminado esa relación entre política y trabajo.


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