En puertas del Primero
de Mayo, Pepe Álvarez, secretario general
de UGT, ha dicho algo de gran importancia: «Somos mucho más
frágiles de lo que pensábamos» (1). Son palabras que deben fijarse en mármol de Macael. Abro paréntesis: en Macael trabajó
de niño chico el padre noble de la izquierda, maestro de sindicalistas y cofundador
de CC.OO, Ángel Rozas. Cierro paréntesis.
Las palabras de Álvarez son un toque de atención a cierto
espíritu de autosuficiencia de no pocos sindicalistas que consideran la fuerza
del sindicalismo como un dogma definitivamente dado. Como algo que cae por su
peso al margen de la real fuerza cuantitativa y cualitativa del movimiento
organizado de los trabajadores. Y de esas exageraciones, que vienen de antaño,
surgió aquel dicho: «Sin el sindicalismo no se puede hacer nada, y menos en contra
del sindicalismo». También, todo se ha de decir, mi generación se regodeó en
ese constructo. No supimos ver –ahora tampoco, según parece-- que el sindicalismo es fuerte esporádicamente,
en ciertas contingencias. Pero no de manera sostenida. Por ejemplo, la reforma
laboral se hizo sin el sindicato y contra el sindicato.
Este tipo de reflexiones, como las de Álvarez, provocan urticaria
en algunas pieles sensibles de las organizaciones sindicales. La respuesta es
el silencio o la rutina. Toxo ya advirtió en su día
algo que muchos silenciaron: «No podemos seguir haciendo lo mismo de siempre
para conseguir los mismos resultados de siempre». Pocos le acompañaron en la
reflexión que finalmente fue sepultada en el ninguneo.
Paco Rodríguez de Lecea propone en su Todos los males menores lo siguiente: «El Primero de Mayo es el día idóneo para una
reflexión de cierto calado, desde criterios de clase». ¡Ajá, bien dicho! Y yo
me digo si no es demasiado pedir que, tras el Primero de Mayo –cuyo nombre
empieza a transformarse en dos extrañas figuras: en 1 de Mayo, según muchos
pasquines sindicales, y en Día del Trabajo como dicen las cadenas
televisivas-- se inicie esa reflexión de
«cierto calado». Es decir, sobre la fragilidad del sindicato y acerca de la
rutina de hacer lo mismo de siempre para conseguir los mismos resultados.
Oído cocina: conjugar el verbo renovar sin darle contenido concreto es
toreo de salón.
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