Celebraciones importantes en Asturias, patria
querida. El nacimiento de la comisión obrera en la Mina Camocha hace sesenta años y
el del fallecimiento del líder obrero Juan Muñiz Zapico, el querido Juanín hace cuarenta años. Como
tiene que ser. Por todo lo alto. No podía faltar Nicolás Sartorius en los actos
convocados. En los pozos de la minería inició sus primeros andares como abogado
laboralista.
Pues bien, vamos a hablar de una serie de
mensajes que ha enviado Sartorius desde allí. Entresaco una parte muy
significativa de lo que ha declarado a la prensa. «Para saber qué hacer con
cierto detalle hay que estar en la sala de máquinas. Los sindicatos han vivido
momentos muy difíciles, con una crisis durísima. Es difícil hacer sindicalismo
con un 25% de paro. Además, ha habido una ofensiva tremenda para desprestigiar
a los sindicatos. Se cometieron errores, sí, pero ahora es el momento de
recuperar, de dar paso a la ofensiva, de retomar el impulso. Al igual que la
economía se va recuperando, hay que recuperar derechos, gastos, salarios
sociales. Hay que poner pie en pared y recuperar todo lo perdido» (1). Completamente
de acuerdo.
Por otra parte, Sartorius provoca indirectamente
una serie de reflexiones que enlazan aquel pasado con nuestro presente: para
saber qué hacer con cierto detalle hay que estar en la «sala de máquinas». O lo
que es lo mismo: en la sala de máquinas estuvo la generación fundadora de
Comisiones Obreras y en la misma sala sus actuales dirigentes. Hicimos lo que
pudimos y supimos. En condiciones terribles, cierto. Pero –como afirma Nicolás
Sartorius-- no es fácil hacer
sindicalismo hoy. No sólo es el 25 por ciento de desempleo, que por supuesto
añade enormes complicaciones. O como ha señalado Manolo Zaguirre en este mismo blog:
«sindicalismo en estos tiempos horribles». Es sobre todo –y fundamentalmente--
el gigantesco proceso de innovación y reestructuración de los aparatos
productivos y de servicios, de toda la economía en la globalización. Las
dificultades de hoy provocan en no pocas personas no pocos retortijones de
nostalgia. Es ese tan recurrente como inútil –y, sobre todo falso— lamento que,
iracundo o de modo trémulo, exclama: «Antes, antes, antes sí que se luchaba;
antes, antes, antes si había sindicalistas». Repito, ese ay de mi Alhama es inútil y falso.
Hasta personas a las que se les supone
fundamento, como es el caso de Staíno, desde L´Unità ha
atacado a la dirección de CGIL con las mismas palabras, debido al desacuerdo
profundo entre el sindicato y el Partito democrático. Su acusación es: «No sois
como Lama y Trentin». Pero, en la época
de ambos, el mismo Staino les vcoferaba diciendo: «No sois como Di Vittorio». O sea, el eterno antes, antes, antes. Pues
claro que cada cual es como es, y Di Vitttorio, Lama y Trentin eran como eran.
Y el actual grupo dirigente de la CGIL es como es. Todos ellos son hijos de su
tiempo, todos ellos empeñados en la defensa de los intereses de los
trabajadores y de la transformación del trabajo. Antes hubo errores, ahora
también. Antes hubo aciertos, ahora también en tiempos horribles. Cada cual en
y desde la sala de máquinas.
Mi generación tuvo las cosas relativamente fácil.
O, si se prefiere, no tan difícil como en estos tiempos de ahora mismo. Que
nadie se escandalice de ello. Ahora la cosa se ha complicado enormemente. Los
sindicalistas de hoy están combatiendo en un paradigma que nada tiene que ver
con el de aquellos entonces. A decir verdad, las enseñanzas que dejamos sirven
para poco –o como dirían en la Vega de Granada-- naíca de ná. La transformación de época
(tecnológica y de estructura de la clase, entre otras) nada tienen que ver con
aquel fordismo cuartelero al que nosotros nos enfrentamos. Y, dígase con
orgullo, si complicado (como nos fue) era crear un sindicato, más difícil
todavía es mantenerlo y extenderlo a lo largo de toda la geografía. Y es lo que
se está haciendo en estas condiciones tan terrible. ¿Hay que hacer las cosas
mejor? Por supuesto. Pero impugno la mayor: que antes, antes, antes era una
maravilla, con unos sindicalistas como Hércules y, ahora, ahora, ahora son de pexiglás.
En conclusión, una cosa es el análisis serio y
fundamentado de las cosas y otra son las consecuencias de los dolores de
próstata de algunos y de la picazón del acné de otros.
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