El espíritu de OK Ferraz sigue presente,
aunque por otros medios. Por un lado, la Gestora ha puesto en marcha una
singular sarracina contra quienes votaron contrariamente a la orientación de
abstenerse y, de esa manera, procurar la canonización del hombre de Pontevedra
como presidente del Gobierno. Por otro lado, una serie de sectores del PSOE se
han alzado contra quien gestiona el partido: la novedad más llamativa es que no
son pocos los que en Andalucía impugnan las formas y maneras de la señora
baronesa, Susana Díaz.
Un inciso: todo intento de
banalizar las normas de una organización, del tipo que sea, no lleva a ningún
sitio que convenga. Sin reglas no hay funcionamiento eficaz. Por eso, la
democracia es sobre todo normas de obligado cumplimiento. Máxime en aquellos
colectivos donde se ingresa voluntariamente. De ahí que los estatutos de los
partidos sean, por así decirlo, la particular constitución de las
organizaciones. Atrévase cualquier asociación a no establecer normas y
comprobará que ocurre. Se cierra el inciso.
Dicho lo cual, tengo para mí que
la batahola que está viviendo el partido socialista poco tiene que ver con las
normas. Es, a mi entender, la consecuencia de una serie de problemas antiguos
que o no se resolvieron o se cerraron defectuosamente. Son problemas, viejos y
nuevos, que se han acumulado y enquistado como placas tectónicas. Frente a
ellos recurrir a la «disciplina de voto» es algo así como un parche de Sor
Virginia. Algo naïf. Entre otras cosas porque hay momentos en los que el
consumo de sapos es indigesto. En pocas palabras, ante los movimientos
tectónicos que hay en el viejo partido el hecho de recurrir a la disciplina de
voto se convierte en una golosina del colodrillo. O, si se prefiere, en un
intento de resolver el enquistamiento de una serie de cuestiones por la vía
administrativa.
Lo sorprendente en toda esta
historia es que la versión española de la socialdemocracia haya actualizado el
llamado centralismo democrático que tanto criticó otrora y el antañón concepto
de que el partido se depura a golpe de sanción y, si encarta, con las medidas
disciplinarias más rigurosas.
El resultado de todo ello
recuerda el famoso terceto del más grande florentino –por lo menos-- hasta la hora presente:
¡Ahi serva Italia, di dolore ostello,
nave sanza nocchiero in gran tempesta
non donna di province, ma bordello!
Dante Alighieri, “La divina Comedia”. El Purgatorio, Canto VI.
nave sanza nocchiero in gran tempesta
non donna di province, ma bordello!
Dante Alighieri, “La divina Comedia”. El Purgatorio, Canto VI.
O sea:
(¡Ay sierva Italia, albergue de dolor,
nave sin piloto en medio de una gran tempestad
ya no más Señora ejemplar de enteras naciones, sino burdel!)
nave sin piloto en medio de una gran tempestad
ya no más Señora ejemplar de enteras naciones, sino burdel!)
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