Garganta Locuaz
-- así hemos convenido en llamarle-- me
pone al tanto de algo que el amigo lector juzgará qué interés tiene. Garganta
es de unas quintas anteriores de la mía. En su más tierna mocedad recorrió
todas las ligas comunistas revolucionarias de la época. Su especialidad
consistía en ponernos verdes a quienes consideraba traidores, renegados,
revisionistas y otros sólidos platónicos de la geometría política de la época.
Ni siquiera el archifamoso Jota
Posadas podía competir con Garganta en denuestos e invectivas. Hasta
que, cansado del análisis inconcreto de la situación abstracta, organizó una
espectacular transhumancia personal y dio con sus huesos en la derecha. Y fue
pasando el tiempo: Garganta hizo carrera en la Administración hasta llegar a lo
más alto de sus covachuelas. Algo, sin embargo, le ha debido ocurrir.
Garganta me localiza y me invita
a comer en La Morera, reputado restaurante
mataronés no apto para quienes estén a dieta. Y, sin respetar el protocolo de
dejar las cosas importantes para después de comer, me dice lo que viene a
continuación.
Algunos constitucionalistas, por
encargo oficioso del Partido Popular, aunque con la aprobación del hombre de
Pontevedra se están reuniendo con ciertos colegas que, según Garganta, están
ubicados en los almacenes del PSOE, sector Viejas glorias. Ellos mismos se
definen como el Grupo del Cigarral, tal vez porque se reúnen en una casa de
campo de las vegas toledanas. Garganta Locuaz me dice exactamente: «Están
elaborando un anteproyecto de ley de reforma electoral». La opinión unánime del
grupo es que debería orientarse a la
griega, esto es, dándole una prima al partido más votado. Garganta estima
que debe ponerme al tanto de los motivos que han llevado al hombre de
Pontevedra y a las viejas glorias del socialismo patrio a hacer este encargo a
sus encofradores de confianza.
Y, su manera, enjareta el
razonamiento de este sinedrio bipartisan.
El post bipartidismo imperfecto nos va a llevar a una situación de
ingobernabilidad estructural. La experiencia de estos últimos meses debe
corregirse drásticamente. Un baldeo de la actual ley electoral no corregiría el
problema. Es preciso, pues, un cambio radical. Al hombre de Pontevedra le
tranquilizaría y a las viejas glorias del PSOE –Garganta me aclara que Pedro Sánchez no está en esta pipirrana— les viene
como anillo al dedo.
Garganta observa mis ojos como
platos. Le pregunto por qué revela esta cosa y por qué a un servidor, que ya
está retirado del griterío político. Su respuesta, tan vulgar como gelatinosa,
es: «Por los viejos tiempos». Le respondo que esta conversación se publicará en
Metiendo
bulla. Me contesta
cínicamente: «Sé que no matarás la gallina de los huevos de oro».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.