jueves, 25 de agosto de 2016

El pacto gallináceo entre el PP y Ciudadanos



Salsa de ajilismójilis


En las negociaciones para la investidura de Rajoy entre el Partido popular y Ciudadanos están apareciendo novedades no tan  sorprendentes en torno a la regeneración democrática y, más exactamente, sobre la corrupción que dan la impresión de ser una marcha atrás por parte de los de Albert Rivera. La pregunta acerca de si en Ciudadanos está apareciendo un proceso de entropía parece tener sentido. El intento de aclarar la cuestión por parte del hombre fuerte de Rivera, el triste Villegas, ha causado estupefacción: «No es lo mismo meter la pata que meter la mano en la caja», digna de un parroquiano con los codos en el mostrador de la taberna de cualquier esquina. «¡Qué claridad de confusión!», en palabras de El Roto.

En realidad da que pensar lo que se está vendiendo como pacto. Ayer mismo el facundo Girauta decía sentirse consternado por la «intransigencia» del Partido Popular ante todas las propuestas de Rivera y sus almocafres. Por lo que es de cajón preguntarse si los apostólicos de Rajoy  quieren llegar o no a un acuerdo. De manera que, puestos a escarbar en la olla de las suposiciones, podríamos establecer esta hipótesis: el PP lo único que quiere es aparecer como flexible, esto es, que negocia, sabiendo que Rivera y sus parciales tienen un buche lo suficientemente dilatado para ingerir sapos a granel. De paso situaría a Ciudadanos como una organización cuya capacidad para bajarse los pantalones es inagotable. De hecho, Ciudadanos lo tiene muy difícil, porque si rompe las negociaciones el riesgo de nuevas elecciones le significaría una considerable pérdida de consenso electoral. Por lo que el objetivo de los apostólicos es: o cooptar a Ciudadanos para que vaya de bracete de ellos o debilitarlos de manera sostenida. Estamos, así las cosas, ante una questio cornuta. Que, como el sabio lector conoce, no estoy llamando cornudo al grupo dirigente de Ciudadanos: los lógicos antiguos denominaban silogismo cornudo al dilema que lleva a donde no se desea ir, sea cual fuere el camino que se decide escoger. 

Digamos, pues, que dicha cornamenta se concreta en: o se acepta un pacto gallináceo disfrazado de pavo real o se rompen las negociaciones.  Si es lo primero Ciudadanos queda como un satélite de Rajoy; si es lo segundo se repiten las elecciones y Rivera podría quedarse en pelotas. Ese es el agrio ajilismójilis para acompañar la ingesta de sapos de Ciudadanos.

No obstante, esto son suposiciones.   





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