(Una
brevería)
Hay palabras que de tanto
repetirlas sin ton ni son, se han convertido en enfermas. Hace tiempo que Alberto Moravia nos dijo algo al respecto. Pongamos
que hablo de la voz «refundación» tan manoseada en los últimos tiempos. Ni
siquiera Convergència
democrática de Catalunya ha querido resistirse a magrearla: el próximo
domingo se celebrará su congreso llamado de refundación. Nuestra intuición nos dice que
el objetivo principal de ese acontecimiento es el de romper definitivamente con
el cordón umbilical que todavía le une a su padre fundador, el viejo patriarca Jordi Pujol. Ahora bien, no hay que confundir la
refundación con darle a la casa una mano de pintura. Es como si a un
nonagenario achacoso le pusiéramos un percing
en la nariz y unos cuantos tatuajes y diéramos por bueno que el vejancón se ha
refundado y puesto al día.
Tenemos las ponencias de ese
congreso. Ni siquiera un balance que llevarse a la boca; tampoco un rendimiento
de cuentas de los motivos de su parábola descendente. Y lo que es peor: no hay
justificación de las razones que llevan a CDC a proceder a su refundación, sea
esto lo que fuera. Lo que, no obstante, cuenta más es quién estará en el puente
de mando. Ninguna sorpresa: el capitán Artur Mas, primer responsable de los meandros, de la gestión
política y financiera de su partido, será el viejo-nuevo adalid de la vieja-nueva formación. Lo que tiene su
propia lógica: comoquiera que no es una refundación sino una mano de pintura,
¿a santo de qué vamos a cambiar al capitán? Lo que se debe hacer es la
substitución de los grumetes y del cocinero. Y, por supuesto, cambiarle de
nombre al bajel bergantín para no infundir excesivas sospechas. Ya no será El Temido. Ni
tendrá sus famosos «diez cañones por banda».
En resumidas cuentas, ese significante tan apetitoso de la
refundación es, así las cosas, pura filfa. Es un acto de atrición para seguir
haciendo casi lo mismo pero con un percing en la
nariz. Como ustedes comprenderán me
importa un bledo lo que le ocurra a
Artur Mas y sus costaleros. Pero no le llamen refundación. Tal vez lo más
apropiado fuera refundición.
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