sábado, 23 de julio de 2016

Ciudadanos y el borboneo



«La palabra borbonear no figura en el diccionario de la RAE. Pero se utilizó mucho en España durante un tiempo dilatado, sobre todo para definir el ventajismo, la falta de visión de largo plazo, el regate corto, la manipulación de voluntades que caracterizó el reinado de un pícaro llamado Alfonso XIII, que lo practicaba con el objeto de “dominar absolutamente la política española”, según la feliz concisión de Javier Moreno Luzón en su biografía del rey.» Son palabras de Jorge Martínez Reverte. Aclarado, pues.

Si ustedes leen El País de ayer tendrán cumplida noticia de que Albert Rivera ha desempolvado la substancia del borboneo invitando a Felipe Sexto a intervenir directamente en los asuntos de la política. Concretamente le pedirá nada menos que convenza al PSOE que se abstenga en la sesión de investidura de Mariano Rajoy. Lo que representa, además de una supina ignorancia de los estragos que produjo la técnica del borboneo, una descomunal imprudencia política. Primera conclusión: Rivera desconoce la historia de España y, relacionado con ello o no, es un imprudente de tomo y lomo.

Y algo más: ¿cabe este caballero en la vega de los reformadores o es un producto de secano? En realidad, esa propuesta expresaría con cierta precisión hasta qué punto algunos intentos de regeneración de la política son una mandanga encuadernada en piel. No se puede ser renovador y, simultáneamente, proponer los viejos códigos que, durante años, encanallaron la vida política española. En definitiva, estimo que la renovación que propone Rivera es (con perdón) caca de la que cagó la vaca. O, por mejor decir, un anzuelo para que piquen, en este caso concreto, aquellas gentes de derechas que están hasta la cruz de los calzones del marianismo y sus atalajes. Así pues, la propuesta de borboneo de Rivera ha puesto al descubierto hasta qué punto la palabra regeneración se ha convertido en una «palabra enferma» tal como entendía ese concepto Alberto Moravia

Ahora bien, ¿qué buscaba Rivera al proponer su desatino veraniego? Aproximadamente lo siguiente: que el sexto Felipe le echara un capote. Comoquiera que ha repetido ad nauseam que no apoyaría la investidura de Rajoy debe justificar a sus parciales y votantes su abstención técnica en la segunda votación. Cosa que le crea no poca incomodidad. De ahí que busque el acompañamiento del PSOE, que podía propiciarle el Rey. Lo que podría llevarnos a ciertas consideraciones: primera, en las estanterías de Rivera no hay libros de historia, al menos de la más reciente; segunda, los proveedores de ocurrencias de Ciudadanos están más preocupados por lo del pokemon que en formarse debidamente; tercero, que el grupo dirigente de Ciudadanos está a la Luna de Valencia.

No nos imaginamos al sexto Felipe reincidiendo en los zascandileos de su bisabuelo, aquel Alfonso de triste memoria. Ni siquiera con estas calores saharianas. 


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