Comisiones Obreras ha mostrado recientemente su
antipatía a la ausencia de la industria en los programas electorales de los
partidos políticos. Debemos decir que el sindicato no acostumbra a hablar en
balde. En todo caso, para curarnos en salud, lo hemos comprobado: ni la vieja
grasa industrial ni los indicios de la innovación tecnológica en el sector
aparecen en los prospectos electorales. No están en los papeles de la vieja
política y, tres cuartos de lo mismo, tampoco figuran en las fuerzas
emergentes. En los discursos de unos y otros nadie dice ni oxte ni moxte sobre
el particular. Por lo que se ve, los candidatos son pocos industriosos.
Hay casos que parecen
explicarlo. Por ejemplo, en las derechas, de caspa y brillantina, se dijo en su
día que «la mejor política industrial es la que no existe». Un constructo que
acabó contagiando a aquel Solchaga a mediados de los años 80 y que
posteriormente nadie enmendó. Sin embargo, nada disculpa que, en la izquierda
que quiere gobernar, se dé el mismo o parecido silencio. Digamos, pues, que en los
prospectos electorales de unos y otros hay algo más que una laguna muy
preocupante. Entiendo que, así las cosas, ya no se corresponde con aquella
educada expresión de Bruno Trentin, «la política
está distraída en este asunto», pues en esta ocasión lo más atinado sería que,
al menos en la cuestión industrial, la política está en la inopia. Recuérdese
que el DRAE explica que la inopia es equivalente a
pobreza, indigencia, escasez. Todo ello a pesar de que la industria da de
comer, ahora menos que antes, a millones de personas, directa o indirectamente.
Alguien, rizando el rizo, me
diría que ese silencio es una consecuencia más de la derrota de los capitales
industriales frente a los especulativos; otros afirmarían que ello es fruto del
minifundismo industrial de nuestro país. Y no faltará quien haga notar las
grandes dosis de superestructuralismo de los prospectos electorales. Sea como
fuere, la cuestión industrial se ha quedado como el gallo de Morón: sin plumas
y con lánguido cacareo.
Quedan pocos días para corregir
esa orfandad. Esperemos que aquellos que misteriosamente llamamos los nuestros digan cuatro cosas, preferentemente bien
dichas.
Radio
Parapanda. Isidor Boix en http://iboix.blogspot.com.es/2016/06/las-cadenas-mundiales-de-suministros-en.html
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