CC.OO. y su primer intento de ingresar en la CES
El otro día me dejé involuntariamente en el tintero
otra de las características de Cipriano García,
uno de los padres más representativos del nuevo movimiento obrero catalán y
fundador de Comisiones Obreras: su europeísmo. Me
fastidia no haberlo dejado sentado en http://lopezbulla.blogspot.com.es/2015/05/cipriano-garcia-padre-fundador-de.html.
Cipriano
García venía insistiendo, siendo el “responsable” de la Coordinadora General
de CC.OO. de España tras la detención en Pozuelo de Marcelino Camacho y sus compañeros, en oficializar nuestra petición de ingreso en
la Confederación Europea de
Sindicatos, fundada en 1973. Cipriano era consciente de las dificultades:
de un lado, UGT lo vetaba y, de otro lado, los dirigentes de la CES tampoco estaban por la
labor, hecha la excepción de los sindicalistas italianos. Por otra parte, Cipri
había resistido la enorme presión que nos hacía la Federación Sindical
Mundial, conformada especialmente por las organizaciones sindicales de matriz
comunista, para que ingresáramos en ella. Toda una paradoja en un personaje que
había mamado el comunismo desde su primera juventud y, además, miembro de las
direcciones del PSUC y del PCE.
A
principios de 1974 nos reunimos el secretariado de CC.OO. de Catalunya. Allí
discutimos la propuesta de Cipriano: hacer una visita a la sede de la CES, en Bruselas, para pedir
oficialmente el ingreso de Comisiones Obreras en el sindicato europeo. Dicho y
hecho: la delegación la componíamos Tono Lucchetti y un
servidor. Lucchetti pasó legalmente la frontera con su coche, un legendario Citröen
dos caballos; un servidor en tren con un pasaporte más falso que Judas. En
Bruselas nos entrevistamos con altos dirigentes de la CES que nos dieron largas; tan
largas fueron que sólo se produjo el ingreso muchos años después, bajo el primer
mandato de Antonio Gutiérrez.
En realidad
la mayoría de organizaciones europeas eran partidarias de nuestro ingreso en la
CES. No así la DGB que, poderosamente influenciada
por la UGT y
recelosa de nuestro comunismo no tenía
ningún interés en ello. Ni siquiera bastó la actitud positiva de las Trade
Unions inglesas ni la influencia del sindicalismo italiano. Cipriano lo sabía,
pero no podía dejar de intentar poner, nunca mejor dicho, una pica en Flandes.
Lo que
siempre me resultó chocante es que en los libros y documentos de los grupos
dirigentes confederales nunca se hizo mención a la idea de Cipriano García. Un
servidor siempre insistió en ello, fracasé siempre en mi intento de que se le
reconociera que el primer intento fue cosa de Cipriano.
Nota bene: esta entrada tiene un
doble interés. Por un lado, dejar sentado quién fue el pionero de la relación
entre Comisiones Obreras y la CES;
por otro lado, molestar a quienes se han empeñado en silenciarlo, sabiendo de
antemano que, tal vez, seguirán dando la callada por respuesta.
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