Nota. Este blog se une al celebrado homenaje al
amigo Gianni Bombaci.
Es
conveniente leer las páginas del suplemento sepia
de El País. Es una recomendación que hago a los sindicalistas pues su
información puede servirle para sus quehaceres. En esta ocasión, en el
suplemento de este domingo, aparece un artículo sobre “el hombre más poderoso
del mercado”, Larry Fink. Este caballero
dirige la Black Rock ,
la mayor gestora de fondos del mundo con unos 4,2 billones de activos (con b de
Barbate). Con la misma intención descriptiva que el periódico le decimos al
lector que el caballero cobra 24 millones de dólares al año y –se supone-- que no pasa agobios. Pero, por si las moscas,
cuenta con una participación en la empresa del orden de 420 millones de
dólares. Añadamos, además, otro dato significativo a la biografía del
caballero: en el año 2011 firmó un contrato con el gobierno griego en calidad
de asesoramiento económico. Nos abstenemos de hacer comentarios porque,
precisamente ahora, estamos en horario
infantil.
En todo
caso, no es por estos datos por lo que es noticia.
La noticia
es las opiniones que da sobre el proceso electoral español de todo este año
y su referencia explícita a Podemos. Y para recordarnos que tiene bastón de mando
declara:
«Si gana Podemos puede haber
un cambio en el sentimiento del mercado lo que significaría una subida de la
prima de riesgo»
Chocante,
porque no sabíamos que el mercado tuviera «sentimiento». Pero dejemos las cosas
ahí; respetemos el sobrevenido sentimiento
poético de este caballero: nada impide que los ricos sean poetas o incluso filósofos.
En todo caso, barrunto que don Larry ha dado el pistoletazo de salida para
meter jindama en el “sentimiento” popular a la hora de las votaciones. Lo que
indicaría el canguelo de sus cofrades y, por supuesto, de Mariano: sí, ese
hombre que va donde le llevan.
Ahora bien,
dejemos las cosas claras: don Larry y los suyos cumplen, para nuestra
desgracia, con su obligación que no es otra que la defensa cerrada de sus
intereses. Y lo hace desde una atalaya global. El problema está en si nosotros –la
izquierda social y política-- somos capaces de dejar de ser parroquianos de
aldea, sujetos de campanario. En caso de
no hacerlo, las reclamaciones deben dirigirse al Maestro armero.
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