In memoriam Enrique Fossoul
La
irrupción de Podemos en la arena política española está removiendo los grandes
y pequeños entresijos de la política por
arriba. No hace falta insistir en el hecho de que tan espectacular sacudida
es más sorpresivo dado que, en el convencional panorama político español,
Podemos es todavía una fuerza no representada en el Parlamento. Que actúa,
además, e influye como si tuviera decenas y decenas de diputados. Pues bien,
nada más constatarse la representación en el europarlamento empezaron los
movimientos peristálticos en babor y estribor. Y al igual que Rebeca en la
película de sir Alfred, Podemos no dejaba de ser
referido para bien y para mal.
Y los
grandes intereses empezaron a darle vueltas a la cabeza. Desde el sanedrín del
PSOE surgieron voces que indiciaron, con un hilillo de voz, la necesidad de una
gran coalición entre dicho partido y el Partido popular. También desde el mundo
de las finanzas se oyeron indicaciones en el mismo sentido. A fin de cuentas:
si la gran coalición alemana no representa una heterodoxia para la
socialdemocracia, ¿por qué iba a serlo en España? Y en esa dogmática parece que se ventila el asunto.
Los nuevos
dirigentes del PSOE –según me cuentan voces aproximadamente solventes-- están resistiendo el embate de su propio
sanedrín: los más visibles fueron lo de la elección de Juncker para la
presidencia de la Comisión Europea
y el asunto del artículo 135 de la
Constitución. Más todavía, los nuevos
dirigentes del PSOE saben que «los viejos galápagos nunca mueren», como dejó
enseñado Manuel Vázquez Montalbán en su novela
sobre César Borgia. De manera que los chavales de la dirección del PSOE tienen
una papeleta asaz complicada.
Los galápagos disfrazarán la necesidad de la
gran coalición como una necesidad de Estado y, más concretamente, de la
gobernabilidad. Los chavales no
querrán ser los sepultureros de un partido más que centenario o, por lo menos,
no quieren que «PSOE» sea una palabra muerta como, por ejemplo, «alfonsear» o
«churriana». Ya veremos quién gana esa batalla en el interior del socialismo
español. La cosa no está clara.
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