Les
recomiendo la lectura íntegra del Informe 2014 de Oxfam
Intermon sobre las desigualdades en el mundo. Lo tienen a su disposición
en
http://www.oxfamintermon.org/es?gclid=CNCDmc_U1sECFazItAodemAABQ.
Como es suficientemente conocido, en dicho documento se afirma que «en España,
las 20 personas más ricas poseen tanto como el 30 por ciento más pobre, o sea:
14 millones». Quien desee tener más datos a escala global debe leer a fondo el
ya célebre libro de Thomas Piketti El capital en el siglo XXI ya publicado en España.
De todo lo anterior el profesor Antón Costas ha
sacado esta conclusión: «La desigualdad económica se ha convertido en la
enfermedad social de nuestro tiempo» (1).
Pues bien,
aunque no dudo que el dato relativo a España ha conmocionado a las izquierdas
españolas, me pregunto: ¿qué conclusiones prácticas –insisto, prácticas-- han sacado en claro? ¿qué acción
sociopolítica se disponen a poner en marcha? Más adelante retomaremos la
cuestión. Ahora, séanos permitido un salto hacia muy atrás.
Lucio
Marcio Filipo, tribuno de la Roma
republicana, desveló en uno de sus discursos sobre las leyes agrarias, algo
que los aristócratas tenían buen cuidado en mantener oculto: el poco número de
hacendados que había en la ciudad. Cicerón montó en cólera afirmando que Filipo
«habló muy demagógicamente» (Sobre los
deberes, página 122 Editorial Altaya). José Guillén Cabañero, exquisito traductor
y agudo comentarista de la obra, nos aclara el sumo enfado de Cicerón: lo
peligroso del desvelamiento de Filipo no es tanto la revelación del escaso
número de ricos (unos dos mil) sino «el descubrimiento del inmenso número de
pobres y esclavos que fácilmente podían confabularse e imponerse a los
señores». El irascible Cicerón, el azote posterior de Catilina, había percibido la capacidad de intimidación
que podían tener los pobres y los esclavos tras lo dicho por Filipo, que tachó de «pernicioso». Es decir, el bribón
no impugna los datos sino su publicitación.
Hoy, por
otra parte, las cosas han cambiado: desde el Gobierno lo único que se hace es
ningunear el informe de Oxfam Intermón: lo que no comenta La Moncloa , no existe. Pero
ahí está el dato: en España, las 20 personas más ricas poseen tanto como el 30
por ciento más pobre, o sea: 14 millones. La pregunta que nos hacemos, así las
cosas, es ¿qué capacidad de intimidación tiene esa inmensa masa? Y para ser más
exactos: ¿qué capacidad de intimidación democrática tiene el pluriverso de las
izquierdas, políticas y sociales, que teóricamente representa a tan ingente
multitud?
Entiendo
que la ausencia de intimidación democrática de las izquierdas conduce a un conflicto de características sólamente
técnicas, cuantitativas, por así decir; a un conflicto técnico donde no se
ventila un modelo de sociedad o de centro de trabajo. Así las cosas, las
izquierdas que no intimidan aparecen como izquierdas intimidadas. Visiblemente
intimidadas. Se crea, así, un círculo
vicioso que, en parte, es descrito por el profesor Costas: «los pobres y, en
particular, los excluidos tienen poca propensión a votar, o no votan. Se
autoexcluyen políticamente». Ahora bien, siendo verdad esta consideración,
también es cierto que las izquierdas políticas no han establecido una conexión
con el mundo de los excluidos, cuya suerte sólo preocupa realmente a
organizaciones solidarias y caritativas. Más todavía, es un dato que la política
instalada se ha aprovechado de que «la desigualdad económica produce
desigualdad política» (Costas), de un lado; y, de otro, la camama que
estructuran no pocos, así en España como en los cuatro puntos cardinales del
mundo, de que «cuando la desigualdad se agudiza, el discurso político introduce
preocupaciones como el nacionalismo, el miedo a los inmigrantes o cuestiones
religiosas de gran carga emocional para los pobres» (docet Costas). Y lo hace por si las moscas, no sea que aparezcan
como movimiento intimidante.
(1)
Véase Antón Costas en http://economia.elpais.com/economia/2014/10/31/actualidad/1414757399_744768.html
Si hay una cosa que admiro de Teresas de Calcuta (colaboro con ellas desde hace 8 años en el carré Arc de Sant Agusti), es su actitud de igualdad.
ResponderEliminarLa comida allí va para todo tipo de personas, incluyendo a musulmanes. He aprendido ha hacer pollo al curri para que les sepa mejor, porque allí no prevalece idioma, religión, color, edad, estado ni estatura.
Quizá los políticos deberían ser menos políticos y más humanos.
Estoy conforme con el escrito de hoy.
salut
La izquierda ultimammente va más en la linea local no quiere guerras con el capital, no sea que le corten la linea de crédito del banco.
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