Antonio
Gramsci dejó dicho que «El movimiento histórico nunca vuelve atrás y no existen
restauraciones in toto» [El cesarismo en Política y sociedad.
Ediciones Península, 1977]. Este escrito forma parte de los Cuadernos de la Cárcel , concretamente de
los importantes capítulos de Notas sobre
la política de Maquiavelo que
antecede al famoso El Príncipe. De esta idea gramsciana deducimos que, tras
la salida de la crisis, sea cual fuere la forma que adopte dicha salida, no se volverá
a la situación anterior a la reforma laboral, porque ésta no se concibió ni se
puso en marcha en función de la crisis económica. El sindicalismo, pues, tendrá
que reconstruir no restaurar. Una reconstrucción que será gradual y,
posiblemente, de una gran complejidad. O sea, las cosas no serán tan fáciles
como se desprende de una lectura cándida de la promesa del PSOE de abolir la
reforma laboral cuando gobierne.
Esta
promesa, ya anunciada por Rubalcaba, ha sido retomada por el nuevo secretario
general de dicho partido. Y a ello deberá atenerse; y ello deberá serle
recordado de manera continua. Ahora bien, lo que nos ha dicho todavía Pedro
Sánchez es la (aparente, sólo aparente) letra menuda. Es decir, si abolirá de
golpe y porrazo todas las disposiciones normativas de la reforma laboral o lo
hará de otra manera. Tal vez sea prematuro pedirle aclaraciones, pero no está
de mal este recordatorio de ese juramento de santa Gadea.
Ahora bien,
la promesa del PSOE está condicionada a gobernar. Lo que, a estas alturas nadie
está en condiciones de prever. Más todavía, nadie sabe si, en el caso que
gobierne, cómo estará el panorama; y menos, todavía, sabemos qué novaciones
legislativas, substitutorias de la reforma laboral, se pondrán en marcha. En
suma, que tras el prometido borrón y
cuenta nueva hay muchas incógnitas
que no pueden ser minusvaloradas. Eso sí, ahí está la advertencia de Gramsci:
«El movimiento histórico nunca vuelve atrás y no existen restauraciones in toto». Y, por lo que sabemos de este
hombre de gran formato, Gramsci nunca hizo concesiones a la galería, ni
escribía al tuntún. Tenía todo el tiempo del mundo en la soledad de su celda
carcelaria.
El
sindicalismo confederal no puede estar a la espera de que se cumpla la promesa
del PSOE. Quede claro: no digo que lo esté. Ahora bien, todavía no se ha
definido un proyecto y un trayecto de largo recorrido que indique de qué manera
se va a trascender la reforma laboral y sus nefastas consecuencias. Quiero
decir que no existe un planteamiento orgánico que nos indique de qué manera, en
la práctica, se va a superar ese entramado legislativo. Que no sea fácil, es
cosa sabida. Pero eso no es un punto de llegada sino de salida.
Pues bien,
acentuando la idea de que el sindicalismo confederal no puede estar en una
posición atentista, queremos recalcar lo siguiente: precisamos un proyecto
propio, autónomo. Que pueda servir para trascender la reforma laboral y
recolocar al sindicalismo como eficaz sujeto reformador en el nuevo eje de
coordenadas de esta fase de innovación-reestructuración de los aparatos
productivos, de servicios (públicos y privados), de toda la economía; un
proyecto factible y convincente para reconstruir un Estado de bienestar
inclusivo de nueva planta: con nuevos derechos de ciudadanía social, dentro y
fuera del ecocentro de trabajo. Todo ello con las oportunas medidas legislativas de soporte y apoyo. Un proyecto que, en definitiva, sea un banderín
de enganche. En síntesis apretada: la propuesta del PSOE es un estímulo, pero no es un modelo o, más precisamente, no puede ser nuestro modelo. Lo que, a decir verdad, no le quita importancia a aquella sino que la sitúa en su justo valor.
El lector
exigente tendrá que esperar a mayores concreciones de lo que se quiere decir a
las próximas semanas. Será cuando la revista digital www.espacio-publico.com
me publique un trabajo que, provisionalmente, he titulado “La parábola
sindical”. Que, como se sabe, ha propiciado un debate de hondo calado sobre el sindicalismo en tiempos de globalización.
La ponencia original la ha presentado Joan Coscubiela con una serie de
“provocaciones” necesarias y sin pelos en la lengua, que dan pie a no dejarnos
nada (o pocas cosas) en el tintero. Así, pues, dispensen la picardía: esta
entradilla es un intento de picar la curiosidad sobre el trabajo de “La
parábola sindical”. Una picardía propia de una persona ochentona.
Radio Parapanda. LA SOLUCIÓN FEDERAL
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