Alstom no
está en buenas horas. Mejor dicho, hace tiempo que no está en buenas horas, ni en buenas manos. A
este panal de rica miel se han acercado unos cuantos moscones con ganas de comérsela.
Mientras tanto, no veo una competición de propuestas alternativas en Cataluña
para salvar la famosa empresa de Santa Perpetua. Justamente lo contrario,
quienes tienen mando en plaza parece que pugnan por ver quien ostenta mayor
capacidad de silencio. No creo exagerar si escribo que el comité de empresa,
consciente de lo que le va a sus representados, es el único sujeto que ha
propuesto qué hacer y cómo seguir. Pero el
procés –quiero decir el itinerario soberanista-- se come toda la retórica política. Ni
siquiera los programas electorales de las próximas europeas son capaces de promover un
proyecto industrial factible en este paradigma de reestructuración-innovación
de los aparatos productivos. Así pues, ¿qué se ha hecho de la literatura sobre
la «empresa europea»?
Por lo demás,
aparte del comité de empresa de Alstom ¿quién defiende a sus trabajadores?
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