jueves, 7 de noviembre de 2013

«NO ES EL FIN DE LOS RECORTES SINO EL FINAL DE LOS NUEVOS RECORTES»

De una parte, el gobierno del Partido popular está haciendo estragos utilizando cañonazos; de otra parte, sus injustas medidas están provocando un rechazo generalizado que, sobre todo, se mide a través de una presión sostenida de la ciudadanía, siendo el sindicalismo confederal la punta de lanza de tal proceso. De un lado, el gobierno catalán (sostenido anfibiamente por ERC, esto es, formalmente en la oposición y virtualmente en el gobierno) está llevando a cabo, desde que está en la dirección del país, un proceso no menos descarnado, aunque sus formas parecen (o son percibidas como) de guante blanco; de otro lado, entiendo que no hay relación entre la gravedad de tales medidas y el grado de respuesta de la ciudadanía y de los sujetos sociopolíticos que las sufren.

Veremos qué pasa a partir de ahora en Cataluña ante las nuevas medidas que se propone llevar a cabo el gobierno de CiU y sus socios, que tienen el uniforme de la oposición para no infundir sospechas.

Veamos: los continuados recortes que se han hecho desde 2011 han llevado a retroceder una década en gasto social. Desde hace dos años los tijeretazos han representado un 22 por ciento. Y, concretando, ahí aparece este dato desolador: en Educación se ha operado, en los últimos cuatro años, una caída del 21 por ciento. Para 2014 --«no es el fin de los recortes, sino el fin de los nuevos recortes», ha dicho el Consejero del negociado económico, Mas-Colell, el hombre de Minessota--  Educación perderá 260 millones de euros, afectando a las guarderías y otros; el presupuesto universitario se desploma en un 17 por ciento, amén de cifrarse en una caída en los últimos años de un 29 por ciento. Perdonen la náusea de tanto número.

Digamos que los recursos de apoyo a la industria caen a la mitad, de un lado; y, de otro, la pérdida del Servicio Catalán de Empleo baja al 45 por ciento. Sin embargo, se dobla el dinero para los gastos de diplomacia (sic), al tiempo que se reduce en un 71 por ciento lo destinado a las organizaciones no gubernamentales. 

En resumidas cuentas, un monumental disparate que está siendo tratado –es mi particular percepción--  de manera pusilánime.


Así las cosas, recurro a la metáfora del «delenda est Convergència». Metáfora, he dicho metáfora.      

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