sábado, 21 de septiembre de 2013

EL PAPA FRANCISCO Y EL DINOSAURIO

EL DINOSAURIO SIGUE AHÍ
 Paco Rodríguez de Lecea

 Cómo no voy a alegrarme de las recientes declaraciones del papa Francisco, José Luis. Importan mucho, en efecto, porque quien las ha hecho es el papa, el hombre que tiene (“tendría”, en condicional, es un tiempo verbal preferible para quienes nos movemos en el terreno de lo sensato y lo razonable en este tema, como señalas en EL INCOREGIBLE PAPA FRANCISCO, aludiéndome quizás, o no, a mí entre otros), tiene, digo, el poder de atar y desatar en el entorno intramundano, un poder delegado por el mismo Dios, sea éste quien sea (1).


 Hay un asunto que me regocija en particular, el de las mujeres. La misoginia es una de las lacras más apestosas que acarrea la iglesia desde los siglos de los siglos. Si se innova algo sustancioso en este sentido a partir del pontificado de Francisco, será un progreso neto. También se ha referido el papa, aunque entiendo que de un modo bastante más oblicuo y matizado, a la comunidad de los homosexuales. Son asuntos que la iglesia católica (y el judaísmo, y el islam) deberían ventilar deprisa, porque si la religión ha de tener un sentido, éste no es nunca abstracto, sino referido en cada momento a la sociedad realmente existente. Una religión desajustada en relación con los valores y las expectativas de la sociedad en la que vive, está condenada a la obsolescencia, como de forma certera ha señalado Karen Armstrong en un libro impresionante: “Una historia de Dios” (Paidós, 1995).

 Ahora bien, Francisco ha hablado, no ex cathedra, sino ex Civiltà Cattolica. Era lógico empezar a plantear temas polémicos de esta forma, jugando en campo propio (el de los jesuitas) como quien dice. Pero ese es el inicio de un largo camino a recorrer, y para ganar la Copa será necesario meter más de un gol en campo contrario. Un papa tiene mucho poder dentro de la iglesia, pero también tiene dependencias, compromisos y fragilidades derivadas de su condición humana (piensa por ejemplo en el papa Luciani). Intuyo que para arreglar el cotarro de forma más o menos permanente será necesario otro concilio, por lo menos, y eso son palabras mayores. 

 Es igual. No es mi intención aguar el vino. Si Francisco necesita para algo nuestro apoyo moral, aquí lo tiene. Sólo quiero recordar que la iglesia católica sigue siendo un dinosaurio. Y, parafraseando a Augusto Monterroso: «Cuando el papa Francisco despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.»


(1) Nota del editor. Sabemos a ciencia cierta que los aludidos eran dos, y solo dos: Joan Francesc Pasqual y Daniel Delgado, dirigentes sindicales de CC.OO. Bancario el primero y gráfico el segundo. 

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