martes, 14 de mayo de 2013

CONVENIO ERGA OMNES MENOS "x"




Paco Rodríguez de Lecea

Querido José Luis, el panorama que dibuja el compañero Gustavo Vidal en su artículo sobre los cerdos y las perlas podría hacerse realidad más pronto de lo que él mismo supone (1). ¿Por qué no? El sindicato-centauro, con un pie plantado en el universo de lo privado y el otro en el de lo público, es hoy en día una especie en peligro de extinción. ¿No se están dando dentelladas feroces a la sanidad y la enseñanza públicas, universales y gratuitas, y al sistema público de pensiones? No es difícil deducir que muy pronto llegará también el turno de la privatización del sistema actual de relaciones laborales; se anulará la eficacia universal o erga omnes de los convenios, y la “reforma” del mercado de trabajo convertirá a éste en una jungla en la que todo se reducirá a un pulso descarnado entre las partes contratantes y a un galope desaforado hacia los corporativismos de todo tipo. Yo apostaría a que precisamente eso es lo que apunta Angela Merkel cuando afirma que es necesario eliminar las “excesivas rigideces” de las relaciones laborales en España.

Hace unos días Quim González nos daba una lección magistral sobre la forma de utilizar el diálogo y la sensatez para conocer mejor a la contraparte de un gran convenio colectivo de eficacia general; para saber antes de sentarse a la mesa cuáles son las aspiraciones del otro, las líneas rojas que no atravesará en ningún caso, las áreas en las que es posible una convergencia de voluntades. Todo el minucioso saber hacer que Quim detalla, y sus consecuencias medidas en resultados satisfactorios, “perlas”, extensivos a afiliados y no afiliados, es calificado de “rigidez” por los neoconservadores, y paradójicamente de “desperdicio” por el compañero Gustavo. Pues bien, si esa perspectiva de encuentro fructífero entre partes desaparece, será una piqueta o un cartucho de dinamita más para el derribo del Estado social que tantos años y tantos esfuerzos ha costado levantar a los trabajadores y a sus sindicatos. Volver a la época de las novelas de Arturo Barea, al tramo fundacional de la UGT de Paulino Iglesias, no será un paso atrás; será un auténtico batacazo, digámoslo con toda claridad.
          
Por todas esas razones estoy contigo, José Luis, en la defensa decidida del carácter público, no del sindicato en sí (¡ojo!), sino de la función de la negociación en los niveles superiores a la empresa. Hay en ese terreno un “monopolio” legal que se corresponde, como es justo, con una responsabilidad de los sindicatos hacia quienes, sin estar organizados, son representados por él. Esa responsabilidad conviene ejercerla puntillosamente, desde un compromiso permanente, público y solemne. Esa es la función que le veo a la Carta de participación. Digo más, me gusta porque es una forma de abordar la relación del sindicato con los no afiliados a la ofensiva, como siempre nos pedía el compañero Paco Puerto. La participación de los no afiliados, por lo demás, no es una medida novedosa en la práctica del sindicato; se inscribe en una tradición larga y honrosa, y yo diría incluso que está inserta en el ADN sindical, junto a los dos pilares que sostienen todo el entramado del edificio: el carácter autónomo del sindicato, y su carácter voluntario.

De todos modos, me parece necesario ahondar un poco más en la cuestión de los trabajadores no afiliados. No todos se engloban en un mismo grupo: no todos ellos entran en el circuito de los beneficiados por la negociación colectiva institucionalizada. Dicho de otro modo, la eficacia erga omnes de los convenios es en realidad, en una parodia de fórmula matemática, “eficacia erga omnes menos X”.
        
La variable “X” representa en esta fórmula el porcentaje de trabajadores a los que en la práctica no se aplica el convenio. Por descuelgue de la empresa en unos casos, por naturaleza especial del contrato en otros, y en los más por la existencia en el mercado laboral de amplios estratos de precariado, subcontratación, TRADEs (autónomos dependientes, para quienes no conozcan la sigla), y otras situaciones similares de difícil catalogación y clasificación, que se pueden englobar en el cajón de sastre del trabajo en negro. A muchos no afiliados se les puede etiquetar de No-No (no afiliados – no convenio), y mientras el compañero Gustavo los llama ingratos, ellos por su parte consideran a los sindicatos parte integrante de un sistema que les da obstinadamente la espalda.

         Conviene romper con esta situación envenenada de resentimientos mutuos. Conviene trazar un mapa real del empleo en negro: dónde se localiza, qué mecanismos utiliza, por qué medios soslaya la legalidad, cómo en concreto se le puede hacer aflorar. Será una tarea difícil, pero enormemente remuneradora para todos, la de abrir de par en par las puertas del sindicato también a esta realidad. Atraer a los No-No al ámbito de la lucha colectiva solidaria ha de ser preferible mil veces a amenazarles con la marginación sin remedio a menos que paguen una cuota.

(1)  UGT, CCOO y echar perlas a los cerdos



Radio Parapanda. La foto, realizada por Carles Vallejo, corresponde a la función teatral (un juicio bufo), El jutge de la toga florida (escrita por el eminente dramaturgo Pedro López Provencio), estrenada el día 10 de Mayo en el Casinet d´Hostafrancs como homenaje a Monserrat Avilés.  En la foto se encuentran Josep Maria Rodríguez Rovira (abogado defensor de la acusada), el legendario Luis Romero (testigo hostil del Fiscal) y José Luis López Bulla (Fiscal).

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