4 notas incompletas
1.
Nada
hay nuevo bajo el Sol: el acoso que, desde diversos frentes, están recibiendo
los movimientos sociales es tan antiguo como el andar a pie. Ahora tiene su
máxima expresión en el brutal ataque a la plataforma contra los desahucios a la
que, desde la derecha política y sus proveedores, se la quiere poner en el
círculo del terrorismo etarra. No son insinuaciones sino acusaciones directas que
vienen desde la alturas del Partido Popular: la más conspicua ha sido la de esa Cifuentes, delegada del Gobierno en
Madrid. A continuación, el batallón de opinantes de cabecera han puesto en
marcha una soez campaña que denigra a los representantes de la PAH , especialmente a Ada
Colau. La campaña se ha recrudecido tras el reciente dictamen del Tribunal de
Luxemburgo, que lamina la antañona e injusta Ley Hipotecaria española.
2.
Lo
cierto es que la política instalada siempre miró con el rabillo del ojo a los
movimientos sociales. Nunca estuvo cómoda con ellos. Por varias razones: A)
porque su misma existencia –los motivos de su génesis y posterior
desarrollo—ponían en entredicho, y siguen haciéndolo, la actividad de una
política que se desentiende de los problemas materiales del común de los
mortales; de unos problemas que surgen, además, por decisiones perversas de esa
misma política instalada. B) porque esa política entiende como una
interferencia a su monopolio la actuación de los movimientos sociales, cuando
estos actúan de manera independiente. La política instalada sólo admite aquellos
movimientos que son los correveidiles y tiralevitas de ella, esto es, cuando
son sus ventrílocuos.
3.
Sin
embargo, el ataque contra la PAH tiene otra naturaleza:
ahora es percibida como el «enemigo» por el Partido Popular; ya no es visto
como una interferencia sino como un firme contradictor de una situación injusta
que se confronta con los poderes económicos de la Banca y de su acólito
político. Así pues, hay que achacarle el infundio de su partencia al «eje del
mal». Y altaneramente, a través de los medios que le son adictos, el Partido
popular parece exigirles: ¡Probad que no sois de ETA! Y hasta es posible que
algún vociferante subsidiado –tiempo al tiempo-- afirmará que los jueces del Tribunal de
Luxemburgo son, igualmente, agentes durmientes de la banda terrorista.
4.
Una
última consideración: no hay que ponerse nerviosos, pues la brutal reacción
contra la PAH no
se habría producido si ésta no estuviera defendiendo a la pobreza laboriosa.
Calma, y a seguir con la tarea. Por mi parte, seré uno más en la fiesta que la PAH de Pineda de Mar celebrará
a finales de Mayo. Primero en solidaridad con su trabajo; segundo como repulsa
a la indigna conducta del Partido popular.
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