LA FASCINACIÓN DEL SINDICALISMO
Quim González ha escrito en El oficio de sindicalista una de las
cosas más bellas sobre tan noble actividad. Y, a tenor de las lecturas en este
mismo blog, de los comentarios en diversos medios (facebook y twitter) se
percibe el grado de emoción que ha despertado. Más o menos el mismo que pudimos
sentir en el acto del Círculo de Bellas Artes (Madrid) cuando Quim pronunció su
discurso.
Ahora bien, el oficio de sindicalista [oficio
proviene del latín opificium, derivada de opificis ‘artesano’,
que se formó, a su vez, mediante la yuxtaposición de opus ‘obra’ y facere
‘hacer’] nos remite necesariamente a la obra, esto es, al sindicato. De donde
la relación entre el elogio al sindicalista es de cajón que se engarza con el hacer del sindicato. Quim González, así
pues, está hablando en su discurso de lo que podríamos llamar la fascinación
del sindicalismo.
¿Qué es la fascinación
del sindicalismo? Aproximadamente esto: una actividad cotidiana que no admite
espera; que te empuja a un ajetreo constante; que impulsa a que centenares de
miles de personas sean de otra pasta.
Solidarios y organizadores de la solidaridad: éste es el ethos de esas gentes que quieren transformar el trabajo asalariado
en una actividad cotidiana, que no admite espera ni dilación. Esta es una seña de identidad que la
distingue desde sus orígenes hace ya más de doscientos años.
Casi nada: más doscientos años. Han aparecido y
desaparecido formaciones políticas y determinados movimientos sociales, pero
ahí está –ahí está viendo pasar el tiempo como la calle de Alcalá— el
sindicalismo. Para entendernos: desde Beethoven a nuestros días pasando por
Thomas Mann y Einstein. Hasta donde mi
conocimiento me alcanza, poco se ha estudiado la razón de esta perdurabilidad
en el tiempo. De ahí que yo apunte a lo que denomino la fascinación del sindicalismo que contagia a las personas que
ejercen esa actividad, ese «oficio» al que se refiere Quim González.
Una entrega colectiva de millones de personas de
todo el mundo, de la que es un pálido reflejo los 200 años de compromiso del sindicalismo europeo. Y, por supuesto, no olviden que la palabra
sindicalismo viene del griego Συνδηκου, síndico: el término que empleaban los griegos para
denominar al que defiende a alguien en un juicio, el que protege. Genio y
figura.
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