jueves, 7 de febrero de 2013

LA FASCINACIÓN DEL SINDICALISMO



Quim González ha escrito en    El oficio de sindicalista una de las cosas más bellas sobre tan noble actividad. Y, a tenor de las lecturas en este mismo blog, de los comentarios en diversos medios (facebook y twitter) se percibe el grado de emoción que ha despertado. Más o menos el mismo que pudimos sentir en el acto del Círculo de Bellas Artes (Madrid) cuando Quim pronunció su discurso.

 

Ahora bien, el oficio de sindicalista [oficio proviene del latín opificium, derivada de opificis ‘artesano’, que se formó, a su vez, mediante la yuxtaposición de opus ‘obra’ y facere ‘hacer’] nos remite necesariamente a la obra, esto es, al sindicato. De donde la relación entre el elogio al sindicalista es de cajón que se engarza con el hacer del sindicato. Quim González, así pues, está hablando en su discurso de lo que podríamos llamar la fascinación del sindicalismo.

 

¿Qué es la fascinación del sindicalismo? Aproximadamente esto: una actividad cotidiana que no admite espera; que te empuja a un ajetreo constante; que impulsa a que centenares de miles de personas sean de otra pasta. Solidarios y organizadores de la solidaridad: éste es el ethos de esas gentes que quieren transformar el trabajo asalariado en una actividad cotidiana, que no admite espera ni dilación.  Esta es una seña de identidad que la distingue desde sus orígenes hace ya más de doscientos años.

 

Casi nada: más doscientos años. Han aparecido y desaparecido formaciones políticas y determinados movimientos sociales, pero ahí está –ahí está viendo pasar el tiempo como la calle de Alcalá— el sindicalismo. Para entendernos: desde Beethoven a nuestros días pasando por Thomas Mann y Einstein.  Hasta donde mi conocimiento me alcanza, poco se ha estudiado la razón de esta perdurabilidad en el tiempo. De ahí que yo apunte a lo que denomino la fascinación del sindicalismo que contagia a las personas que ejercen esa actividad, ese «oficio» al que se refiere Quim González.

 

Una entrega colectiva de millones de personas de todo el mundo, de la que es un pálido reflejo los  200 años de compromiso del sindicalismo europeo.  Y, por supuesto, no olviden que la palabra sindicalismo viene del griego Συνδηκου, síndico: el  término que empleaban los griegos para denominar al que defiende a alguien en un juicio, el que protege. Genio y figura. 


Radio ParapandaEL SINDICALISMO ESPAÑOL, HOY

 

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