sábado, 22 de septiembre de 2012

UNA OBSERVACIÓN AL CONGRESO DE CC.OO.



Homenaje a Simón Rosado



El próximo congreso de Comisiones Obreras será posiblemente el más importante que se haya celebrado a lo largo de su historia, hecha la excepción del primero que fue el que construyó la casa. Lo será por la trascendencia del momento de una crisis económica económica que está haciendo tantos estragos; también, y sobre todo, por el indisimulado ataque, que no tiene precedentes en la democracia española, al poder contractual del sindicalismo confederal y a las conquistas en importantes parcelas del Estado de bienestar. Es un ataque en toda la regla a la misma personalidad del sindicalismo que no quiera ser un sujeto cooptado por los poderes económicos y por la derecha termidoriana.

He leído los documentos con especialísima atención. Es lo normal en un viejo sindicalista. Y es lo obligado –como derecho y deber, simultáneamente— en quienes están implicados en el proceso precongresual. Digamos que el primer acto participativo está en el momento en que, íntimamente, cada sindicalista se recoge en la mesilla, lee (nunca en diagonal) los documentos y apunta en la libretilla sus observaciones para comentarlas ecuménicamente.

Me permito una observación a los documentos congresuales: tengo la impresión de que existen demasiadas prioridades. Posiblemente porque son muchos los problemas a los que es necesario responder. Ahora bien, muchas prioridades –especialmente cuando no están en un claro orden de prelación--  se anulan las unas a las otras. Y como se diría en Parapanda: muchas prioridades equivalen a ninguna.

A mi modo de ver, la prioridad del sindicalismo confederal está en estrecha relación con lo más substantivo de su función, aquella que –por lo demás—le coloca en las mejores condiciones para ser más fuerte con carácter estable.

Pues bien, si convenimos que la principal función del sindicalismo es la negociación colectiva –la que desde ahí nace su utilidad, fuerza estable y proyecto básico; si convenimos que ese poder contractual es el más atacado por las medidas contrarreformistas, parece claro que esa es la prioridad. Por supuesto, la prioridad no implica el abandono de otras cuestiones, pero la prioridad quiere decir claro ordenamiento de las preocupaciones y, fundamentalmente, que en ella se ponga el acento central de las decisiones del Congreso.

Así las cosas, si el gran acontecimiento congresual no define con claridad qué hacer en el campo del poder contractual se corre el riesgo de celebrar un congreso rutinario. Se establecería una disfunción entre el mayor ataque a lo substantivo del sindicalismo y lo que se decide en tal evento.    

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