Cuando miraba a Justo Domínguez me entraban ganas de
pedirle un consejo; su semblante sereno, de hombre tranquilo y juicioso me incitaban
a ello. Justo era un hombre bueno en la acepción machadiana del término.
Le conocí a principios de los ochenta. Cuando fue
elegido secretario general de UGT de Catalunya intuí que se abría una fase
nueva en su sindicato. Y así fue en realidad. Pronto se vio que se iniciaban los
primeros esfuerzos por la autonomía sindical ugetista y unas mejores relaciones
con nosotros, Comisiones Obreras. Recuerdo nuestras largas conversaciones
cenando en el Bar Los Ancares, muy cerca de su casa en el barrio barcelonés de la Sagrada Familia. De hecho en
aquellas tertulias Justo, Pachón, Joan Coscubiela, Alfons Labrador y un
servidor fuimos reconduciendo, sobre la base del debate –a veces áspero, pero
siempre fraternal-- la vida unitaria de
los dos grandes sindicatos confederales. A nuestros amigos ugetistas no les fue
fácil pero trazaron el camino que condujo a una consistente y duradera unidad
de acción. Y cuajó una amistad tan fuerte que favoreció mucho las cosas.
En puertas de su larga enfermedad, al ser internado
en el Hospital del Mar fuimos a visitarle Paco Puerto (otro de los grandes
sindicalistas que también nos dejó hace ya tiempo). Econtramos a Justo sedado
y, de buenas a primeras, me dice: “Oye, me vas a hacer un favor. Sácame de aquí,
escóndeme en tu casa, que estoy del hospital hasta las narices”. Le contesté: “Eso
está hecho, primo”. Y a continuación dimos parte a su hijo, al compañero Pachón
y al médico. Tras la visita, Paco Puerto partiéndose de risa comentó: “Menuda
se hubiera liado si nos pillan secuestrando a Justo”.
Cuando cumplí cincuenta años hicimos una fiestecilla
en Sant Vicenç de Montalt. Justo y su compañera, Isabel, se presentaron con una
inmensa olla de gazpacho que hizo las delicias de todos nosotros. Y allí nos
dijimos que nos casaríamos al alimón: él con Isabel, yo con Roser. Pero como él
daba siempre largas yo tiré por la calle de en medio y me descolgué del
convenio. Al final, un año más tarde se casó y le acompañamos un buen número de
sindicalistas de Comisiones Obreras.
… Y recuerdo la preparación de la gran huelga
general del 14 de diciembre famoso. Participamos en centenares de reuniones y
asambleas conjuntas a lo largo y ancho de Catalunya. Justo siempre conducía,
amaba llevar el coche: había sido conductor de autobuses de Barcelona. Y en
aquellos largos viajes hablábamos de estrategia sindical: ¿debe el sindicato instalarse
en el monopolio por ley de la negociación colectiva? ¿estamos cómodos con el
sistema de representación? ¿es posible incrementar la estabilidad de las buenas
relaciones entre ambos sindicatos? ¿cómo quitarle irascibilidad a los momentos
de elecciones sindicales? ¿de qué manera ampliar la representación en los
nuevos colectivos asalariados emergentes? Unos diálogos que tenían su
prolongación en Los Ancares con un Justo siempre austero en la comida y
nosotros atracándonos de cecina y morcillas.
La última vez que ví a Justo fue hace cosa de un
mes. Me llamó Coscubiela: “… que Justo vuelve a estar pachucho”. Efectivamente,
así era. (Hacía años que pasaba largas temporadas en el Hospital. Lo que no le
impedía organizar charlas y conferencias en un grupo que él fundó, Ágora
Socialista). Me recibió, como siempre, elegantemente vestido y, animosamente,
pasamos cuentas al resultado electoral. Antes de irme le planteé que un amigo
historiador, Javier Tébar, quería hacerle una larga entrevista sobre su vida. Convenimos
en que la primera sesión sería después de Reyes. No ha podido ser. Y es una
verdadera lástima porque nos hemos perdido el testimonio de un sindicalista de
primera; de un hombre de gran formato, como diría Thomas Mann; de un militante
socialista que siempre pensó con su cabeza.
Muchas gracias sr Lopez bulla.emotivo y contundente escrito de mi padre.una descripcion maavillosa de una persona maravillosa como fue mi padre.pena que no se llevo a cabo esa entrevista.hubiera dejado plasmada la bondad.sabiduria y buena carrera sindicalista que mi padre llevo a cabo.de nuevo le doy las gracias.sr bulla.un fuerte abrazo.Yolanda Dominguez
ResponderEliminar