viernes, 30 de diciembre de 2011

RECORDANDO A JUSTO DOMÍNGUEZ


Cuando miraba a Justo Domínguez me entraban ganas de pedirle un consejo; su semblante sereno, de hombre tranquilo y juicioso me incitaban a ello. Justo era un hombre bueno en la acepción machadiana del término.

Le conocí a principios de los ochenta. Cuando fue elegido secretario general de UGT de Catalunya intuí que se abría una fase nueva en su sindicato. Y así fue en realidad. Pronto se vio que se iniciaban los primeros esfuerzos por la autonomía sindical ugetista y unas mejores relaciones con nosotros, Comisiones Obreras. Recuerdo nuestras largas conversaciones cenando en el Bar Los Ancares, muy cerca de su casa en el barrio barcelonés de la Sagrada Familia. De hecho en aquellas tertulias Justo, Pachón, Joan Coscubiela, Alfons Labrador y un servidor fuimos reconduciendo, sobre la base del debate –a veces áspero, pero siempre fraternal--  la vida unitaria de los dos grandes sindicatos confederales. A nuestros amigos ugetistas no les fue fácil pero trazaron el camino que condujo a una consistente y duradera unidad de acción. Y cuajó una amistad tan fuerte que favoreció mucho las cosas.

En puertas de su larga enfermedad, al ser internado en el Hospital del Mar fuimos a visitarle Paco Puerto (otro de los grandes sindicalistas que también nos dejó hace ya tiempo). Econtramos a Justo sedado y, de buenas a primeras, me dice: “Oye, me vas a hacer un favor. Sácame de aquí, escóndeme en tu casa, que estoy del hospital hasta las narices”. Le contesté: “Eso está hecho, primo”. Y a continuación dimos parte a su hijo, al compañero Pachón y al médico. Tras la visita, Paco Puerto partiéndose de risa comentó: “Menuda se hubiera liado si nos pillan secuestrando a Justo”.

Cuando cumplí cincuenta años hicimos una fiestecilla en Sant Vicenç de Montalt. Justo y su compañera, Isabel, se presentaron con una inmensa olla de gazpacho que hizo las delicias de todos nosotros. Y allí nos dijimos que nos casaríamos al alimón: él con Isabel, yo con Roser. Pero como él daba siempre largas yo tiré por la calle de en medio y me descolgué del convenio. Al final, un año más tarde se casó y le acompañamos un buen número de sindicalistas de Comisiones Obreras.

… Y recuerdo la preparación de la gran huelga general del 14 de diciembre famoso. Participamos en centenares de reuniones y asambleas conjuntas a lo largo y ancho de Catalunya. Justo siempre conducía, amaba llevar el coche: había sido conductor de autobuses de Barcelona. Y en aquellos largos viajes hablábamos de estrategia sindical: ¿debe el sindicato instalarse en el monopolio por ley de la negociación colectiva? ¿estamos cómodos con el sistema de representación? ¿es posible incrementar la estabilidad de las buenas relaciones entre ambos sindicatos? ¿cómo quitarle irascibilidad a los momentos de elecciones sindicales? ¿de qué manera ampliar la representación en los nuevos colectivos asalariados emergentes? Unos diálogos que tenían su prolongación en Los Ancares con un Justo siempre austero en la comida y nosotros atracándonos de cecina y morcillas.

La última vez que ví a Justo fue hace cosa de un mes. Me llamó Coscubiela: “… que Justo vuelve a estar pachucho”. Efectivamente, así era. (Hacía años que pasaba largas temporadas en el Hospital. Lo que no le impedía organizar charlas y conferencias en un grupo que él fundó, Ágora Socialista). Me recibió, como siempre, elegantemente vestido y, animosamente, pasamos cuentas al resultado electoral. Antes de irme le planteé que un amigo historiador, Javier Tébar, quería hacerle una larga entrevista sobre su vida. Convenimos en que la primera sesión sería después de Reyes. No ha podido ser. Y es una verdadera lástima porque nos hemos perdido el testimonio de un sindicalista de primera; de un hombre de gran formato, como diría Thomas Mann; de un militante socialista que siempre pensó con su cabeza.

        

1 comentario:

  1. Anónimo11:09 p. m.

    Muchas gracias sr Lopez bulla.emotivo y contundente escrito de mi padre.una descripcion maavillosa de una persona maravillosa como fue mi padre.pena que no se llevo a cabo esa entrevista.hubiera dejado plasmada la bondad.sabiduria y buena carrera sindicalista que mi padre llevo a cabo.de nuevo le doy las gracias.sr bulla.un fuerte abrazo.Yolanda Dominguez

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.