No es por casualidad que mi acuerdo con el trabajo de Miquel Falguera esté aproximadamente al cien por cien. Me refiero al que publicábamos ayer: LA REFORMA DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA ¿PARA QUÉ?. Ahora bien, comoquiera que siempre hay un matiz de mayor o menor consideración en todas las cosas de la vida, me interesa dejar constancia de un ligero desacuerdo con lo planteado por el eminente iuslaboralista.
Tengo la impresión que Miquel reparte algunas responsabilidades del estancamiento de la negociación colectiva en las propias filas del Derecho del Trabajo. Yo veo las cosas de otra manera, aunque ciertamente algunas debe tener cuando al ponente no se le caen los anillos a la hora de formularlo. Yo apunto a lo siguiente: si la negociación colectiva y las diversas prácticas contractuales son el alma mater y las fuentes nutrientes del iuslaboralismo parece evidente que el problema no está en el Derecho del Trabajo sino en el texto y contexto de las negociaciones. Así pues, se me escapa qué discontinuidades puede introducir el iuslaboralismo en toda esa historia. Esta es una discusión que, desde hace tiempo, llevo con mis amistades iuslaboralistas y mis cofrades del sindicalismo.
En toda esa historia hay una “causa primera”: la plataforma reivindicativa. Su texto puede estar alejado, poco o mucho, de la literatura finalmente convenida con la contraparte, pero el carácter de dicha plataforma –la naturaleza de sus contenidos concretos-- sigue estando en la fase anterior al cambio de paradigma, referido tanto a los cambios en los procesos productivos (y de servicios) como en la nueva composición de las clases trabajadoras. ¿Qué puede hacer el universo iuslaboralista en esas condiciones? Poco, en mi opinión. Es como si regañáramos a la vaca por la mala calidad de su leche cuando el prado donde se alimenta es un páramo repleto de jaramagos.
En todo caso, como puede verse, este pequeño desencuentro con Miquel Falguera, no impide mi acuerdo con su texto. Ahora bien, parece que hay otro problema: los sindicalistas siempre hemos sido muy pejigueras; no nos gusta que, desde las filas de nuestro interior, nos llamen la atención ni siquiera nuestras más fervientes amistades. Somos muy propensos a la erupción de zarpullidos. Y, como es tradicional, el mensajero recibe el silencio por respuesta. Lo que viene a significar un amable ninguneo.
Tengo la impresión que Miquel reparte algunas responsabilidades del estancamiento de la negociación colectiva en las propias filas del Derecho del Trabajo. Yo veo las cosas de otra manera, aunque ciertamente algunas debe tener cuando al ponente no se le caen los anillos a la hora de formularlo. Yo apunto a lo siguiente: si la negociación colectiva y las diversas prácticas contractuales son el alma mater y las fuentes nutrientes del iuslaboralismo parece evidente que el problema no está en el Derecho del Trabajo sino en el texto y contexto de las negociaciones. Así pues, se me escapa qué discontinuidades puede introducir el iuslaboralismo en toda esa historia. Esta es una discusión que, desde hace tiempo, llevo con mis amistades iuslaboralistas y mis cofrades del sindicalismo.
En toda esa historia hay una “causa primera”: la plataforma reivindicativa. Su texto puede estar alejado, poco o mucho, de la literatura finalmente convenida con la contraparte, pero el carácter de dicha plataforma –la naturaleza de sus contenidos concretos-- sigue estando en la fase anterior al cambio de paradigma, referido tanto a los cambios en los procesos productivos (y de servicios) como en la nueva composición de las clases trabajadoras. ¿Qué puede hacer el universo iuslaboralista en esas condiciones? Poco, en mi opinión. Es como si regañáramos a la vaca por la mala calidad de su leche cuando el prado donde se alimenta es un páramo repleto de jaramagos.
En todo caso, como puede verse, este pequeño desencuentro con Miquel Falguera, no impide mi acuerdo con su texto. Ahora bien, parece que hay otro problema: los sindicalistas siempre hemos sido muy pejigueras; no nos gusta que, desde las filas de nuestro interior, nos llamen la atención ni siquiera nuestras más fervientes amistades. Somos muy propensos a la erupción de zarpullidos. Y, como es tradicional, el mensajero recibe el silencio por respuesta. Lo que viene a significar un amable ninguneo.
En apresurada conclusión, la respuesta se puede encontrar en la copla que cantó magistralmente Angelillo, el viejo republicano; hoy, sin embargo, la oimos en la versión de ANA MARIA GONZALEZ en CAMINO VERDE. Hablando en plata, si lloran de pena las margaritas es porque la fuente se ha secado en el camino verde que va a la ermita.
Radio Parapanda. LA MOVILIZACIÓN SOCIAL EN ESTADOS UNIDOS: MICHEL MOORE EN WISCONSIN
Recibido por correo electrónico. Es la opinión de Paco Zarzalejos de Moclín.
ResponderEliminarPues no sé en qué estás en desacuerdo con Falguera, José Luis. De lo que Falguera culpa al iuslaboralismo es de: a) haber sido incapaz de hilvanar una doctrina mínimamente científica sobre la teoría general de la negociación colectiva... es una obviedad: está por hacer (especialmente, en relación a los pactos de empresa); y b) haber caído en la trampa de no ser capaz de identificar que la flexibiidad contractual tiene otra cara de la moneda: la discusión sobre el ejercicio del poder en la empresa. Y creo que eso son esencialmente pecados del iuslaboralismo: en todo caso, sólo el segundo aspecto lo comparte con el sindicato. Envío saludos en este día lluvioso desde Moclín.