Sobre la importante movilización del día 29 de septiembre conviene seguir haciendo algunas reflexiones. Comoquiera que dicha acción colectiva fue exitosa, se está en condiciones de hace una meditación serena, tranquila. Pues bien, quitémonos los pelos de la lengua para hablar sin muchos tapujos.
Convengamos –según los datos que tenemos todos en el armario de la realidad-- que en esta huelga los sectores industriales, que ya cuantitativamente son minoritarios por su demografía como por los niveles de afiliación al sindicalismo confederal, han sido los que han corrido con el peso mayoritario del desarrollo de la huelga. Los sectores terciarios, que ya son mayoría en número de asalariados y en índices de afiliación, han tenido una participación muy, muy desigual: de gran importancia en los transportes y medios de comunicación, y en el resto –salvo excepciones—ha habido un gran número de garbanzos negros (1).
Más todavía: podemos decir que los sectores tradicionales han sido los que han participado mayoritariamente en esta acción, mientras que los emergentes o bien se han ido por la tangente o se han disfrazado de noviembre para no infundir sospechas. Oído cocina, no hago ningún reproche a nadie. Lo que sí afirmo es que estas sincronías no pueden estar al margen del análisis de la biografía del conflicto del 29 de septiembre.
(1) Según datos que aparecen en el importante estudio “La diversitat en el sindicat. Trets demogràfics i ocupacionals, valors i participació de l’ afiliació a CCOO de Catalunya” (Ceres, 2009), las cosas están como sigue en lo atinente a la distribución de la afiliación según los sectores de la actividad: agrario, 1,1%; industria, 33,2; construcción, 3,9; servicios, 61,9. Esa investigación estuvo a cargo de Pere Jódar, Ramón Alós, Sergi Vidal, Luis Ortiz y Daniel Garrell.
Convengamos –según los datos que tenemos todos en el armario de la realidad-- que en esta huelga los sectores industriales, que ya cuantitativamente son minoritarios por su demografía como por los niveles de afiliación al sindicalismo confederal, han sido los que han corrido con el peso mayoritario del desarrollo de la huelga. Los sectores terciarios, que ya son mayoría en número de asalariados y en índices de afiliación, han tenido una participación muy, muy desigual: de gran importancia en los transportes y medios de comunicación, y en el resto –salvo excepciones—ha habido un gran número de garbanzos negros (1).
Más todavía: podemos decir que los sectores tradicionales han sido los que han participado mayoritariamente en esta acción, mientras que los emergentes o bien se han ido por la tangente o se han disfrazado de noviembre para no infundir sospechas. Oído cocina, no hago ningún reproche a nadie. Lo que sí afirmo es que estas sincronías no pueden estar al margen del análisis de la biografía del conflicto del 29 de septiembre.
(1) Según datos que aparecen en el importante estudio “La diversitat en el sindicat. Trets demogràfics i ocupacionals, valors i participació de l’ afiliació a CCOO de Catalunya” (Ceres, 2009), las cosas están como sigue en lo atinente a la distribución de la afiliación según los sectores de la actividad: agrario, 1,1%; industria, 33,2; construcción, 3,9; servicios, 61,9. Esa investigación estuvo a cargo de Pere Jódar, Ramón Alós, Sergi Vidal, Luis Ortiz y Daniel Garrell.
Radio Parapanda. Sobre los piquetes. Comentarios al artículo homónimo de López Bulla, escribe SOT-UGT en un blog excelente.
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