Primer tranco
Este
fin de semana se celebrarán en Barcelona las segundas jornadas de diálogo entre
Cataluña y Andalucía. O, por mejor decir, entre una serie de personas que
tienen interés en debatir toda una serie de problemas que afectan a España
desde el prisma de catalanes y andaluces. La primera ronda se celebró en
Sevilla. Antes y ahora dichos encuentros tienen una paternidad reconocida, los
profesores Javier Aristu y Javier Tébar. Sevillano el primero, barcelonés el
segundo. Los objetivos de tales conversaciones están expuestos en esta
declaración de intenciones https://lopezbulla.blogspot.com/2019/03/blog-post.html?fbclid=IwAR3vYRrQNsIyEc49pyNUSuFGnvOsrVpdv_2f2YAbfdtJOXizMyBQpxZi5zU
Sonroja
que ningún partido político haya tenido una idea similar. Ha tenido que ser la
pareja Aristu – Tébar quienes cayeran en la cuenta de la necesidad de dialogar
sobre ese particular en estos tiempos de la cólera política. En este caso entre
el dicho y el hecho no ha habido trecho: se pusieron manos a la obra y en un
santiamén consiguieron importantes adhesiones del mundo académico, periodístico
y sindical. Gentes con ánimo de contaminarse de ideas y propuestas. La sociedad
civil activa tiene esas palpitaciones que, por lo general, no abundan en la
arena política; de un mundillo político
que parece tener más a gala la invectiva que la argumentación con punto de
vista fundamentado.
Lluvia
fina es lo que, a mi entender, se pretende con estos coloquios. Lluvia fina de
regadío. No el irredento pedregal en que se está convirtiendo la acción
política irasciblemente partidaria. La lluvia fina de quienes quieren
escucharse a través de una participación que se pretende activa e inteligente.
Lluvia fina que propone soluciones imperfectas para unos presentes imperfectos.
Segundo tranco
Son
unas jornadas que rehúyen la visión aldeana, de campanario. Que piensan en los
grandes escenarios de la globalización y la interdependencia. En primer lugar,
el actualmente borrascoso escenario europeo. Dos sindicalistas –Javier Pacheco y Joan Carles
Gallego-- llaman la atención
sobre la arena europea: «Sin
entender Europa como una comunidad político-institucional y económica, social y
cultural, difícilmente podemos abordar el debate territorial en el estado. Las
viejas fronteras hace tiempo que han dejado de ser muros conceptuales
infranqueables, ahora nos toca construir nuevas propuestas a los viejos conflictos
territoriales, y también sociales, que anidan en nuestro país». Bien dicho. Se
diría que, desde ese universo del sindicalismo confederal, no hay miedo a lo
nuevo.
Tercer tranco
Los dos sindicalistas catalanes han ligado en
su artículo los problemas españoles con la realidad europea. Es una fuerte
sugerencia al sindicalismo y a la política de nuestro país. Es como si dijeran
que al declive de las viejas instituciones nacionales no se ha correspondido
con nuevas y sólidas instituciones europeas. De ahí que haya una ligazón
patológica entre el moderno
etno-populismo y el neo-nacionalismo, así en Europa como en España, sea causa y
efecto de las crisis europeas. Con lo que, desde esa mirada –desde la mirada de
Pacheco y Gallego-- haya indicios de que
el sindicalismo catalán y el andaluz pueden aportar en estas jornadas nuevas
sugerencias al sindicalismo español y –si se tercia-- al europeo. A condición de que vaya
acompañado con unos instrumentos que le hagan ser «sindicato europeo» en
esencia, presencia y potencia.
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