lunes, 30 de abril de 2018

La sentencia de Pamplona y lo sospechosamente picajoso de las asociaciones de Jueces

Las asociaciones  profesionales de los jueces  han manifestado que la reacción de masas contra la sentencia del juicio de La Manada ha sido ´desproporcionada´. No ha faltado quien ha elevado el tiro y calificado dicha reacción como ´exacerbada´. Lesmes, presidente del Consejo Superior del Poder Judicial, se ha permitido este sermón: ´Las críticas a la sentencia del Tribunal pueden comprometer gravemente el sistema de Justicia´. Lesmes no tiene buena puntería con el tiesto.

¿Desroorcionada? Acudo a la autoridad de la Docta para saber a qué atenerme: ´que no tiene la proporción conveniente o necesaria´. En todo caso, según lo entiendo, no se indica cuándo la proporción es por defecto o por exceso. Sea como fuere, dicha definición de la Docta es la canónica, estando por encima de la de cualquier letraherido, sea jurista, ingeniero de caminos o talabartero diplomado. En pura lógica, llegamos a la siguiente conclusión: las mentadas asociaciones deberían aceptar una reacción ´proporcionada´ contra dicha sentencia. El problema a dirimir es qué diapasón tiene lo que es, o debe entenderse como proporcionado para el sofisticado paladar de Sus Señorías. No sea que el uso de tan repetido término, desproporcionado, sea un recurrente disfraz para no infundir la sospecha de que no aceptan ningún tipo de reacción que les saque los colores de la cara. Lo que no entraría en los cánones de lo políticamente exquisito. Extraño comportamiento –de corporation, se diría--  el de las asociaciones de jueces y magistrados.

Estos colectivos, usando equívocamente el término ´desproporcionado´, parecen entender que forman parte de un terreno vedado a la crítica, y que –cuando la censura es tan masiva--  saltan las alarmas. Sólo sería admisible la provinente de los allegados al ilustre gremio. Ha sido una censura espectacularmente de masas. En un gran número de ciudades españolas y en algunas capitales importantes de Europa. Esta es la primera vez que se produce un acontecimiento de esta envergadura. Y, tal vez, marque el inicio de un nuevo tipo de relaciones entre la sociedad y los tribunales de Justicia.

Mal trabajo el del tribunal de Pamplona y, por ello, la reacción de masas se justifica. Reseñamos, además, que la sociedad no ha impugnado el sistema de justicia sino la incomprensible sentencia de un tribunal que se ha pasado la lógica formal por la cruz de los leotardos. Eso sí, se ha despellejado con moderación al juez del jolgorio, un fiel exponente de las cavernas más antañonas de la España de las pesadillas.  Oiga, una sentencia que recuerda aquel juicio de tiempos relativamente antiguos.   Hela aquí.

El automóvil del Conde de Romanones atropelló y mató a un peatón en el Paseo de Recoletos. Cuentan que Romanones mandó detener a su chófer diciendo: "Que se haga justicia como si yo no fuese yo"

Se creó una comisión de investigación que decidió indemnizar al conde por los desperfectos que el atropellado ocasionó en su coche. Ex ante Pamplona.


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