«Hay dos tipos de incontinencia:
la urinaria y la de las ocurrencias», enseña Petros
Márkaris. La incontinencia de la CUP es de ocurrencias. A su vez, el
maestro Gabriel Jaraba remacha que «la CUP pide que se entienda la
acción de Arran como
acto ´simbólico y no como un asalto´. Mañana iré a la panadería con una navaja
como acto simbólico». Ahora bien, el
asalto al Bus turístic en Barcelona no
es una ocurrencia. Se ideó, se fijó en el orden del día de una reunión, se
discutieron los pormenores y se aprobó. Eso es una decisión meditada, lejos de
todo tipo de improvisación.
Algunos tontuelos, desde las
covachuelas de la Generalitat, han hablado de gamberrada, de chiquillada. No
tal. Esta decisión contaba de antemano sólo con un tironcillo de orejas por
parte del Govern de la Generalitat y el grupo parlamentario que le apoya, Junts pel Sí. Sin excederse, sólo con un mohín de desagrado
y sin entrar en mayores. Porque los cuperos saben que el estatuto de patriotas
les ampara y cobija. La CUP sabe que Puigdemont y sus masoveros la necesitan para su excursión hacia
la nada. Y, también, sabe que se sentirá cortejada por diversos medios de
información. Sergi Pàmies lo explica: «La portavoz de Arran, que se autodefine como sectorial
de la CUP, fue entrevistada ayer en El món a RAC1 y dispuso de muchos minutos
para exponer alegremente su ideario contra el turismo y justificar lo que
denominó "acción de visualización"» (1). A continuación añade: «Si mañana
a usted o a mí se nos ocurre
encapucharnos y asaltar un bus turístico, pincharle una rueda y pintar
consignas revolucionarias, dudo que al día siguiente nos entreviste nadie que
no sea policía o juez». A eso, Pàmies denomina la impunidad selectiva.
No quiero dejar pasar la ocasión de explicar la opinión
de un conocido. Una opinión un tanto temeraria, por supuesto. Afirma sin
tartamudear que hay dos razones que explicarían la tibieza del govern catalá
frente a éstas y otras acciones parecidas de la CUP. Una, la necesidad de que
no se rompa el frente soberanista. Vale, le digo. Dos, que según como vayan las
cosas, Puigdemont y algunos de sus adláteres puede que necesiten esta reserva
de francotiradores para elevar el tenor de la kale borroka como moneda de
cambio. No quiero ni pensarlo, pero dicho queda. Tampoco estoy en condiciones
de llevarle la contraria Tengo ya muchos años y he visto de (casi) todo.
(1)
Sergi
Pàmies: El triunfo de la impunidad. La Vanguardia, 1 de agosto de 2017.
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